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The Messenger

Análisis de The Messenger

"No dispares al mensajero", decían. Bueno, a este se lo van a cargar una y otra vez sin parar...

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Podrías dejar pasar The Messenger pensando que es otra copia de Ninja Gaiden. Te equivocarías gravemente. De hecho, ese prejuicio provocaría que te perdieras uno de los mejores juegos indie de todo el año 2018. Vale, puede que la serie japonesa, en su forma original de los años 80, haya dejado una marca en el ADN de este trabajo de Sabotage Studio, pero la suma de un sistema de habilidades al estilo RPG, de un guión muy agudo y personal, y finalmente de una novedosa mecánica de viaje pixelado en el tiempo, cimientan este lanzamiento como algo único por méritos propios. Llegando al mercado estos días finales de la sequía de lanzamientos veraniega, The Messenger debuta como una importante exclusiva consolera para Nintendo Switch, y también tiene una versión para PC vía Steam.

Amenazado por el alzamiento de un ejército demoníaco, de ti depende, como Mensajero, entregar un pergamino sagrado al héroe de la leyenda que habita en el pico de una montaña a lo lejos. Así te embarcas en un viaje hacia el norte, valiente, arriesgando tu vida a cada paso, pero también desarrollando una serie de habilidades ninja que te ayudarán para que ese pergamino termine en las manos adecuadas. ¿Quién es el misterioso Mensajero que da nombre al juego? ¿Qué contiene el pergamino? Estas preguntas y otras cuestiones no quedan demasiado claras a priori, pero que ese relato en apariencia sencillote no te desanime, pues el guión está repleto de humor inesperado y un encanto muy propio (luego nos pararemos con esto).

The Messenger, en su mayor parte, es el típico plataformas de acción y desarrollo lateral en 2D. Con tus destrezas ninja puedes saltar, pegar tajos y planear para abrirte camino a través de unos niveles muy variados que ponen a prueba tu control y agilidad. Conforme vas ascendiendo aprendes nuevos movimientos, como son por ejemplo la posibilidad de escalar muros, agarrarte con ganchos colgantes e incluso flotar como una ardilla voladora. Y lo bueno es que todas estas habilidades se van acoplando por capas poco a poco para que las plataformas se hagan cada vez más complicadas. Acciones como lanzarte planeando desde un saliente, agarrarte a una pared y luego lanzar un shuriken para atinarle en el ojo a un enemigo resultan realmente fluidas, de modo que terminas muy satisfecho cuando las ejecutas correctamente en cadena.

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Un árbol de habilidades que podría venir de cualquier RPG se puede consultar desde la tienda del mercader, y te permite ir mejorando todas estas acciones así como comprar otras completamente nuevas. Entre otras, puedes ampliar salud o capacidad de shurikens, la velocidad de nado, o activar los ataques desde el wingsuit, a lo Rico Rodríguez. Los fragmentos del tiempo son la moneda que hay que pagar para estas mejoras, y se pueden ir recolectando desperdigadas por cada nivel, normalmente iluminando el camino. Hacerse con todas las esquirlas es un desafío extra para los que lo busquen, pues suelen aparecer junto a obstáculos mortíferos o caer cuando derrotas a los enemigos.

A diferencia de muchos de los títulos a los que rinde un cariñoso homenaje (como por ejemplo el mencionado y durísimo Ninja Gaiden original), The Messenger nunca resulta demasiado implacable a los mandos. No hay pantalla de Game Over, y ni siquiera pierdes las esquirlas temporales como castigo al caer derrotado. En lugar de esto, un diablillo rojo llamado Guapifeo (Quarable) digamos que "recoge por ti" la primera tanda de fragmentos que aparecen por el camino cuando toca revivir, como pago por sus servicios. Puede que esta criaturilla carmesí esté haciendo caja a costa de tus repetidos fallecimientos, pero lo cierto es que nos sentimos afortunados de tenerle cerca. Además, es un cachondo. Durante las pantallas de carga se ríe de tus fracasos, recordándote cuántas veces has muerto o cuántos fragmentos se ha agenciado a tu costa hasta el momento.

Y es solo un ejemplo, pues en nuestras partidas a The Messenger hemos soltado más de dos carcajadas, sobre todo por la agudeza en las palabras y por la forma de romper el cuarto muro para burlarse del jugador. En una ocasión el vendedor de la tienda hizo referencia al tráiler del juego y nos castigó con un diálogo que no se podía pasar, todo por ignorar sus instrucciones y echar un ojo al misterioso armario de la tienda. Los encuentros contra jefes también reciben una inyección de comedia, y así resultan más profundos y memorables. En la primera mitad del juego nos enfrentamos a un imponente gólem de piedra de color verde neón... que termina el combate llorando pues toda la pelea surgió de un malentendido.

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Más allá de las esquirlas, y dándonos en todo el gusto aventurero, The Messenger también esconde otros objetos coleccionables que se pueden encontrar saliéndote del camino principal. Estos objetos verdes con forma de disco se conocen como sellos de poder, y si te haces con los 45 que hay, los puedes usar para abrir un cofre brillante en la tienda del comerciante. No te podemos revelar lo que contiene (de hecho aún no lo hemos descubierto en nuestra partida), pero sí podemos decirte que nos salimos del escenario y caímos en la muerte muchas veces cuando estábamos buscando desesperadamente áreas secretas, como atraídos por el aura extraña del cofre en una especie de trance. El juego podría indicar lo que queda por conseguir en una fase, pero quizá habría actuado en detrimento de su atractivo reto.

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Un aspecto esencial de toda la experiencia es su mecánica de viaje en el tiempo. Al cruzar entre las eras temporales, el mundo alrededor pasa de un mundo con gráficos estilo 8-bit a una recreación con píxeles de la generación 16-bit, una característica única que resulta muy novedosa, bonita de ver y tan autoconsciente como los mencionados diálogos. Nos ha encantado poder explorar el mundo de The Messenger a través de estos dos prismas tan distintos, y su implementación hace que el juego sea toda una celebración de dos eras icónicas en los videojuegos. Pero tampoco esperes usar esta habilidad nada más empezar, pues al igual que su descripción en este texto, aparece hacia el tercio final de un título que da para unas 15 horas de juego.

Sabotage Studio consigue ponerse a la altura de Yatch Club y Shovel Knight en cuanto a la calidad de sus gráficos pixel art, de los mejores que hemos visto en los últimos años, y lo mismo pasa con una banda sonora chiptunes que no te sacarás de la cabeza. De hecho, nada más terminar el juego escribimos estas líneas con la obra maestra de Rainbowdragoneyes de fondo en YouTube (ya sin los sonidos de la pantalla de game over, claro). Volviendo a los gráficos, nos parece especial cómo cada lugar visitado -desde picos nevados hasta cavernas subterráneas y ciénagas cubiertas de hongos- resultara vibrante y dinámico, gracias a su impactante paleta de colores y a las muchas capas de detalle ambiental, y pese a apostar por una resolución tan limitada.

Con ese estilazo inconfundible de los juegos de la NES, The Messenger llega directamente como clásico instantáneo para Nintendo Switch. La acción es veloz y fluida, el guión es fino y autoconsciente y nos ha fascinado la posibilidad de viajar en el tiempo entre los mundos de 8 y 16 bits. El mensaje que deja es el de todo un logro, teniendo en cuenta que se trata del juego debut del estudio de Quebec, y ya estamos deseando ver a qué otros mundos retro nos llevarán a partir de ahora. No tenemos prácticamente ninguna queja, es un memorable viaje en el tiempo en varios sentidos y no queremos que lo dejéis pasar como a cualquier otro intento nostálgico.

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10 Gamereactor España
10 / 10
+
Se ve y se oye de categoría. Excelente dinámica de juego. Diversión con gran personalidad. Enorme reto sin llegar a la frustración.
-
No se nos ocurren pegas.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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