La época de Carlomagno es un período interesante de la historia para los que les gustan esas cosas. Fue un rey que unió la mayor parte del continente europeo después de años a la deriva durante las oscuras eras que siguieron la caída del Imperio Romano (occidental). Es tierra fértil para un juego de estrategia, y contiene muchísimo conflicto potencial y varias facciones interesantes que controlar.
Época de Carlomagno es una expansión DLC de Total War: Attila, un juego que era una especie de continuación directa de Total War: Rome II. Creative Assembly ha llevado la narrativa global de esta era hacia lo que solo puede considerarse su conclusión, y no esperamos más de esta línea temporal hasta que aparezca Medieval III en algún momento del futuro, cuando quiera que sea.
Carlomagno trae consigo un puñado de unidades nuevas, un mapa simplificado, unas cuantas facciones con las que experimentar y una mecánica de "cansancio bélico" que te dará otra cosa más en la que pensar conforme avances en el juego. Si eres un jugador ávido de Total War, esta expansión representa muchas horas de juego y un par de toques nuevos, pero si eres de los que esperan que CA vuelva a probar con la Europa Medieval, seguramente esto no baste para saciar tu sed como te gustaría.
Hay nuevas situaciones que jugar; la más grande y obvia es la campaña titular en la que el jugador asume el papel de Carlomagno y tiene que (intentar) unir Europa. El mapa al comenzar el juego muestra el imperio del rey cristiano, que se expande por lo que ahora es Francia y Alemania, con el reino de su hermano en el centro. Hay enemigos por todas partes y ejércitos que arrasan tus ciudades periféricas desde el mismo principio, y con toda esta temprana hostilidad tendrás que unir el antiguo imperio de tu padre y además convertir a tus vecinos a tu religión.
También hay otras campañas: nuestra favorita es el intento del Rey Offa de crear Inglaterra a partir de los distintos reinos de la Bretaña del siglo VIII. Igual que en la campaña principal (y en todas las que miramos, en realidad), la hostilidad comienza muy pronto, y no pasa mucho tiempo antes de que aparezcan invasores a tus puertas. En este caso hay batallas contra los reinos galeses y los irlandeses al oeste, y gran parte del principio del juego la pasas luchando contra tus vecinos y sofocando rebeliones.
Aunque las campañas tienen sus propios méritos, el mapa simplificado implica que hay menos rango de expansión y de expresión a largo plazo para el jugador, comparado con Attila. Al final, la nueva estructura acaba haciendo que parezcan más experiencias concentradas que campañas emergentes que se juegan en un mapa extenso. Eso no tiene por qué ser un problema, y los hay que dirían que a Rome II le faltaba este tipo de concentración; para esas personas esta expansión será un soplo de aire fresco muy bienvenido.
Sigue habiendo unos cuantos problemas algo irritantes que el juego arrastra desde Attila/Rome II, aunque quizá es injusto esperar que los arreglen aquí. La campaña por turnos sigue pareciendo un poco inflada, y el sistema de facciones que sirve de base para esta parte del juego continúa siendo demasiado vago y complicado para nuestro gusto. Nos encanta la idea de que haya personalidades con carácter que conduzcan una historia como telón de fondo de nuestra conquista, pero para el dinero que hemos gastado, CA no ha conseguido perfeccionarlo del todo y en lugar de darnos decisiones interesantes para enriquecer la narración impulsada por el jugador, más bien parece que solo hay pantallas extra en las que hacer clic antes de llegar a las partes interesantes de verdad.
En otra campaña tuvimos que pelear contra cristianos y musulmanes en el área que acabaría llamándose España, y de nuevo entramos en guerra desde el primer turno. A lo mejor no deberíamos quejarnos de que haya demasiada guerra en un juego que se llama Total War, pero ocurren tantas cosas en la parte del juego por turnos que a veces parece que nos están metiendo en conflictos demasiado pronto. Teniendo en cuenta que cada entrega trae consigo nuevas opciones o mejoras, además de lo que ya había antes (en este caso, la mecánica de cansancio bélico que provoca que tus ciudadanos estén cada vez más inquietos cuanto más tiempo pasas en guerra, sobre todo si vas perdiendo), quizá en el futuro deberían darle algún que otro respiro a los jugadores en esta parte del juego.
Seguimos pensando que Total War necesita un cambio radical si la serie va a continuar creciendo. Eso no quiere decir que no disfrutemos del juego tal y como está ahora, desde luego que lo hacemos, pero también creemos que la fórmula tiene un potencial que todavía está por explotar, y este último rato que hemos pasado con el juego no ha hecho más que confirmar nuestra opinión. Además, Total War: Warhammer sale este año y eso va a suponer un enorme cambio para la franquicia, pero queremos ver que se toman los mismos riesgos cuando el estudio recrea conflictos históricos (quizá lleve un tiempo, no hay que olvidar que también están trabajando en Halo Wars 2).
Ahora bien, no queremos poner demasiadas pegas sobre problemas que no entraba en los planes arreglar con este DLC, porque Época de Carlomagno es una expansión muy contundente de Attila, que proporciona horas de juego para quien quiera explorar esta parte de la historia. Sirve para trazar una línea entre Rome II y todo lo que ha venido posteriormente. Y, después de todo, cuando se trata de mezclar estrategia y combate táctico, podemos decir sin miedo a equivocarnos que aún no hay nadie que lo haga mejor que The Creative Assembly.