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Uncharted: El Legado Perdido

Análisis de Uncharted: El Legado Perdido

Lo sentimos, Nathan, estas chicas no te necesitan.

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Uncharted ha vuelto en menos tiempo de lo que esperábamos y con un giro que tampoco esperábamos. Naughty Dog dejó el futuro del famoso Nathan Drake bastante asentado con el cierre de la cuarta entrega, Uncharted 4: El Desenlace del Ladrón, con el famoso cazatesoros en una situación que apuntaba al cierre de una saga que nos ha acompañado desde los primeros años de PlayStation 3. Parecía que la búsqueda de tesoros y los tiroteos se acababan, pero el estudio solo ha tenido que dar un golpe de timón para volver a demostrar al mundo que aún nos queda mucho por descubrir de este universo que ha ideado.

Y no, no es Nate, ni Sully, ni siquiera Sam, quien protagonizan este viraje en busca de nuevas aventuras. La cazatesoros y ladrona Chloe Frazer, a la que los veteranos conocerán por sus papeles en Uncharted 2 y 3, asume el rol principal junto a Nadine Ross, la líder militar que hacía la vida imposible al menor de los Drake en su última aventura. Uncharted: El Legado Perdido da total protagonismo a estas dos figuras femeninas que tanto interés habían despertado entre los fans y nos demuestra que tienen no mucho, si no muchísimo que aportar para enriquecer el universo de esta franquicia a nivel argumental. Y, por supuesto, para volver a ponernos a buscar reliquias perdidas entre puzles y mares de balas.

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La grandeza del Imperio Hoysala y el legendario Colmillo de Ganesha son lo que hace que esta pareja tan dispar forme equipo. Tras la disolución de Shoreline, Nadine acepta probar suerte con una experiencia distinta junto a la pícara Chloe. Una es fría, calculadora, organizada, leal y letal; la otra menos directa, egoísta y con cierto don para dejar vendidos a quienes la acompañan en sus misiones. Esta diferencia de carácteres hila parte de un argumento en el que, por supuesto, no puede faltar un villano como Asav, líder de una organización militar privada que quiere encontrar este artefacto para potenciar su revolución en la India.

Sin embargo, en Naughty Dog no hay blancos ni negros en cuanto a la forma de hacer personajes. El trasfondo de ambas protagonistas y su pasado se van desvelando en esta historia que nos enseña que hay mucho más tras ambas figuras. Las dos se han criado en un mundo hostil y en el que, normalmente, son los hombres los que llevan la voz cantante. Tienen en común una vida repleta de dificultades, en la que han tenido que demostrar su valía con más presión que el resto (nos suena de algo). No contaremos más, porque destripar esto sería quitar gran parte del encanto de la historia del juego; pero esto son solo algunas de las cosas que el jugador descubre en El Legado Perdido gracias al, como ya es costumbre, magnífico guión elaborado por el estudio californiano.

Porque los personajes pesan mucho a la hora de montar una historia, y de esto entienden un rato en la casa de Uncharted. Pero dejar la batuta solo a la trama es algo impensable, por eso también hay muchos otros elementos propis de la saga y que están totalmente presentes en El Legado Perdido. Sus creadores decían que este spin-off reúne lo mejor de todas las entregas lanzadas hasta la fecha, y tras habernos perdido durante horas por la voluptuosidad de los magníficos parajes de los Ghats Occidentales y las ruinas más imponentes de la India, no podemos hacer otra cosa que darles la razón.

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Hay puzles, hay disparos, hay exploración y hay momentos de lo más "hollywoodiense" esperando en cada momento de la partida. Los Ghats, de los que ya os hablamos en nuestras impresiones, forman una de las zonas abiertas más grandes vistas y recorridas hasta la fecha en cualquier título de la saga. A bordo de un todoterreno, explorarlos de cabo a rabo y cumplir los diferentes objetivos que se necesitan para avanzar es algo que puede llevarse un buen tiempo o, como en nuestro caso, una buena cantidad de horas buscando en el mapa y realizando tareas secundarias (útiles para conseguir elementos que facilitan las cosas más adelante) o aniquilando enemigos. Sí, nuestras dos protagonistas también tienen ese toque psicópata de Nathan Drake; se cargan todo lo que tengan por delante: guardias, soldados, matones...

Aun así, esta apertura de escenario es algo puntual, un ejercicio de flexibilidad que podría dar pie a un cambio de fórmula en el futuro, pero que no lleva el peso del juego. Uncharted siempre ha sido famosa por, aparte de ser un Indiana Jones del siglo XXI, los intensos momentos marcados por un evidente script, y aquí también los hay. Dan pie a persecuciones, huidas y combates cuerpo a cuerpo que derrochan por los poros toda la tensión con la que Naughty Dog sabe mantenerte pegado a la pantalla y actuar de forma impulsiva, buscando una salida, el golpe perfecto o la desesperada ayuda de Nadine casi como si tú estuvieras ahí en lugar de la protagonista.

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Los puzles, por su parte, funcionan perfectamente y se complican de manera progresiva. No todo es pegar tiros y acabar con enemigos. Exprimir un poco la materia gris es algo que está bastante más presente de lo que pensábamos, y hay rompecabezas que te pueden tener un buen rato pensando y activando mecanismos hasta dar con la combinación adecuada. Aunque no nos engañemos, la mayor parte del tiempo la pasas saltando de aquí para allá y trepando con esa agilidad digna del mejor de los trepamuros de la historia (más ahora que vuelve el gancho, para colgarte y balancearte, visto en la cuarta entrega) mientras sigues unos recorridos totalmente lineales, y sí, alucinas con los entornos.

Alucinar, esa es la palabra que hemos considerado adecuada. A nivel técnico Uncharted: El Legado Perdido es impecable. Las secuencias muestran un nivel de detalle y cuidado tanto en modelos como en animaciones y entornos que pocas veces se pueden ver en otros juegos, pero que ya se están convirtiendo en un sello de identidad para los chicos de Naughty Dog. Mientras juegas, hay momentos en los que simplemente necesitas pararte a contemplar la majestuosidad del lugar en el que te encuentras, y esto ya no es una mera cuestión de realismo y mimo por el detallismo, sino también de un diseño excepcional. El énfasis del estudio por representar unos entornos selváticos casi reales y plasmar la arquitectura y la creatividad de la civilización Hoysala son la guinda de un sobresaliente pastel visual del que jamás podríamos empacharnos. De hecho, a la larga hemos perdido la cuenta de las veces que hemos entrado al modo foto para tomar instantáneas, casi como hace la buena de Chloe cada vez que saca el móvil.

El nuevo Uncharted está repleto de bondades, pero también tiene sus claroscuros. Cuando lo piensas, haber decidido coger lo mejor de toda la saga y reunirlo en una entrega diferente es un movimiento cargado de responsabilidades. Es un festín para los que llevan viviendo sus aventuras desde el comienzo, y ejemplifica a la perfección todo lo que la ha hecho imprescindible durante estos años; el problema es que también evidencia esas cosas que necesitan un cambio para insuflar más aire fresco y garantizar una mayor longevidad de cara a futuras entregas.

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Hablamos de un sistema de combate cuerpo a cuerpo simple a más no poder, de una IA enemiga que aparece más agresiva que de costumbre pero que no es capaz de complicarte las cosas (salvo que pienses que eres Rambo), o de una falta de profundidad en cuanto al armamento y sus posibilidades (con tanto tiroteo, no nos disgustaría poder mejorar nuestras armas). Esas cosas que siempre piensas que podrían cambiar y que mejorarían todo el paquete, pero que por otra parte se han convertido en una seña de identidad de la franquicia.

Con todo, dejar atrás a Nathan Drake puede suponer un bache para muchos jugadores acostumbrados al carismático personaje. De todas maneras, Chloe forma un interesante tándem con Nadine, y si crees que vas a echar de menos los chascarrillos, siguen presentes casi a cada paso que damos, incluso en los constantes diálogos que las dos tienen durante toda la aventura. El trasfondo de ambas se presenta al jugador poco a poco, entre lecciones de la antigua civilización Hoysala de Chloe o los consejos de combate de Nadine. Todo, mientras la complicidad crece entre ellas y avanza la aventura contigo a los mandos, incluso aunque estés buscando una pequeña reliquia escondida entre la maleza. Al final, te encariñas.

Uncharted: El Legado Perdido tiene todo lo bueno, y lo malo, de Uncharted. Que su principal protagonista no sea ese que nos ha acompañado todos estos años no es un problema; de hecho, que esta vez lleven la batuta Chloe y Nadine es algo que lo hace todavía más atractivo. Lo que esta entrega trae consigo; la unión casi perfecta entre puzles, acción, trama y una pizca de exploración, junto con el cambio de perspectiva que arrojan sus nuevas protagonistas, significa que todavía nos queda mucho por descubrir, y que aunque nuestro Nate no siga al frente, tenemos personajes que pueden llevar el timón perfectamente. Así que no os preocupéis, el legado de Uncharted no se va a perder.

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09 Gamereactor España
9 / 10
+
Chloe y Nadine, la versatilidad de las zonas abiertas, impactante a nivel visual, buen equilibrio entre puzles elaborados y acción intensa.
-
Tiroteos muy facilones, falta de mayor libertad de exploración
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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