Counter-Strike lleva 20 años dominando el campo de los shooter tácticos en competitivo por equipos. Poco se han atrevido a plantar cara a Valve y menos han tenido éxito, aunque hay casos como Rainbow Six: Siege que han salido bien. En Riot Games se dieron cuenta al cumplir diez años que LoL se hacía mayor y tenían que abrirse a otros géneros, y decidieron tirar por aquí. Fue Valorant, un titán desde el mismo día que entró en beta, que ahora está en versión final y disponible para todo el mundo como free-to-play.
Es tan fácil de contar de qué va como difícil de jugarlo bien, bien. Dos equipos de cinco jugadores frente a frente; uno es el atacante, el otro es el defensor y se intercambian las posiciones para ver quién consigue ganar antes 13 rondas. Hay tres condiciones de victoria, que son acabar con todos los jugadores del equipo rival, plantar la bomba y lograr que estalle (atacante) o desactivarla (defensor).
Leído así, se parece muchísimo a CS:GO. Pero de Riot Games se espera algo que no sea una mera copia, y eso lo consigue Valorant a través de los héroes. Como en League of Legends, cada personaje tiene su set de habilidades y un diseño que le imprime carisma. Como Sova, que además de las armas que se le pueden comprar al principio de cada ronda, llega su arco. Pero lo suyo no son flechas normales, sino unas que pueden escanear una zona para revelar las posiciones enemigas o electrocutar. También tienen las que vienen a ser sus ultimate, que en este ejemplo sería Furia del cazador, un trío de flechas que atraviesan paredes. Hay de todo, incluso uno con capacidad para resucitar compañeros, y después de haberlos probado todos, la conclusión es que están muy bien pensados para que surja un gameplay variado.
Lo que no está tan conseguido es que reflejen personalidad. El diseño de los personajes es bastante soso y es algo que afecta a todo el apartado visual en general. Le falta la fuerza de otro juego al que se trata de parecer como es Overwatch, y tampoco tiene el despunte técnico que presentan otros shooters de 2020. Vale que esto se basa en conseguir un combate táctico muy fluido, pero hay momentos en los que parece un producto de 2014, incluso parece que los menús están hechos con desgana.
Pasemos página cuanto antes a ver si al menos cumple en ese otro aspecto, el de las partidas complejas, intensas e inteligentes. La mejor decisión es reunir un equipo de cinco personas con las que te entiendas. Si entras al online por libre más te vale rezar para que te toque gente que sepa colaborar y que se comporten con la mesura y el tacticismo que debes llevar tú al escenario. Porque como sea alguien que se metiendo en el duelo por equipos de Call of Duty: Modern Warfare lo lleváis claro. Es un gameplay en el que influye muchísimo el conocimiento del contenido y el análisis de la situación, es decir, en el que hay que echarle horas.
Los mapas son más bien pequeños. Antes de empezar, y durante los 30 segundos neutralizados para comprar el equipamiento, da libertad para moverse hasta el punto de inicio deseado. Se nos hace un margen muy largo que deberían rebajar al menos en un tercio, sobre todo para escenarios de este tamaño porque te puedes plantar en el centro si quieres. Claro que también puedes acabar en el cementerio en cuestión de segundos si no tomas las medidas de precaución que se deben. Por ejemplo, los pasos suenan, así que ir corriendo de acá para allá es delatarse y acabar en una emboscada, porque puede que salga bien una vez, pero dos no.
Esos 30 segundos son también para adquirir las habilidades que utilizará el personaje. Siguiendo con el ejemplo de Sova para hacerlo más sencillo, se le puede equipar con un dron de reconocimiento y dos flechas explosivas. La otra flecha (proyectil de reconocimiento) es buena para empezar y se recarga poco a poco. La habilidad especial se va rellenando también con el tiempo, pero se puede acelerar recogiendo orbes colocadas en varios puntos del mapa. Lugares de gran exposición, así que también hay que usar la estrategia para hacerse con esos orbes. Una vez recargada esta habilidad especial, aparece un indicador que puede ver todo el mundo, compañeros y enemigos.
Como en Counter-Strike, hay que tener mucha sensibilidad con el gatillo y evitar las ráfagas, es decir, que hay que ser capaz de disparar de seguido pero sin movimientos que sacrifiquen la puntería. Porque un tiro certero puede bastar para tumbar a un oponente, y lo mismo sirve en el sentido opuesto que te tienen en su punto de mira. La precisión es vital en Valorant y como tal es uno de los aspectos que más cuesta dominar del gameplay.
Diferencias tan notables entre personajes obligan, indudablemente, a aprender a jugar con unos cuantos y no solo con el que sea tu favorito o tu fetiche. Los hay aptos para un estilo muy agresivo, muy defensivo, más de apoyo, etc. Quien quiera ser el auténtico máster tendrá que manejarlos todos con soltura, pero es mucho pedir. Lo que sí es obligatorio es conocer perfectamente las habilidades de cada uno, qué aportan a la práctica y cómo se contrarrestan. Todos sirven para hacer algo bueno y para todos hay una némesis, de ahí que al final lo relevante sea el equipo, la comunicación y la asistencia.
Quienes no tengan ni las ganas ni el tiempo de pegarse hasta 24 rondas delante de la pantalla o con la misma gente pueden pasar el rato en el modo Spike Rush, que se despacha en diez minutos. Porque hay menos rondas y, además, porque todos los miembros del equipo atacante llevan una bomba para plantar. Tampoco se puede comprar antes de empezar, que son otro puñado de segundos que se ganan al reloj, sino que todos los jugadores llevan el mismo equipamiento y las habilidades se regeneran gratis.
Spike Rush no es el modo de juego principal ni está ahí para convertirse en un reclamo, pero sí se agradece que hayan pensado en que no todo el mundo va tan en serio, sobre todo al principio. Además, es una declaración de intenciones de las actualizaciones y variantes que van a ir llegando con el paso del tiempo.
De todos modos, para ser un juego free-to-play ha llegado bien cargado. Todo el gameplay es gratis, sí, pero hay un mundo de compras y gastos a su alrededor que ya estará dejando buenos ingresos en las carcas de Riot Games. Es muy aceptable, porque todo lo que se vende son elementos decorativos, sin valor de gameplay, y aunque puede que los precios sean caros, el comprador siempre sabe lo que se lleva, sin cajas de loot ni misterios.
Valorant es un juego divertido que ya se ha hecho un hueco y que va a seguir creciendo ahora que está a punto de estrenar escena eSports con las Series Ignition. Ha llegado completo y tiene mucho margen de crecimiento, sobre todo por esa variedad y distinción que aportan los personajes con habilidades. Precisamente en su escasa presencia está el fallo más grave, aunque a la hora de jugar es algo que se olvida. Si ya te has cansado de CS:GO y quieres probar algo nuevo, encima es gratis, así que no hay razón para no dar una oportunidad a Valorant.