Análisis de Warhammer 40,000: Space Marine

Imagina que te rodea una horda de orcos cabreados, armados con espadas y armas de fuego. La estrategia diría que te retiraras, encontraras cobertura, repartieras plomo y los reventaras a granadas. Pero lo que tienes que hacer realmente es plantarles cara a grupos imposibles, directamente. Con una armadura más gruesa que un tanque aguantas la vorágine, la espada-motosierra se encarga de hacer filetes de piel verde y los que quedan saltan por los aires con unas entradas laterales explosivas.

Es lo que ha hecho exactamente Relic.

Juegas como el Ultramarine Captain Titus, con la misión de salvar tu planeta de la invasión. Para los que Warhammer 40,000 es una forma de vida, la historia de Relic con los juegos de tablero dice que son los mejores para llenar el juego de referencias correctas, guiños y reverencia a estos guerreros que parecen como dioses para los soldados normales. Para los que nunca se han acercado a Games Workshop: como el Jefe Maestro, pero sin el casco. O algo así.

Esto quiere decir que los enlaces de la historia en medio de la acción son superficiales. Repeler invasores, armas del juicio final y las roturas en el continuo realidad-espacio están bien, hacen de telón de fondo prescindible para lo que importa: cargarse todo lo que no lleve una armadura de Space Marine. Para los que conozca sus Códices, tenéis el cosquilleo garantizado.

La acción sin respiro ofrece una diversión gratificante durante las primeras pocas horas, sobre todo por el énfasis en el cuerpo a cuerpo por encima del tiroteo, más aún con la ausencia de un sistema de cobertura. Es liberador en su violencia, con las armaduras azules quedándose rojas por el gore, mientras que un medidor en pantalla, que incrementa con ataques de combo exitosos, asegura un subidón de potencia para las cargas, o momentos en tiempo bala para doblar a los orcos como la gelatina.

Pero quitando momentos concretos, como ese martillo de guerra - jet pack que momentáneamente convierte el juego en una fiesta de espachurrar con movimientos aire-tierra, no hay cambios significativos más allá de los diversos trasfondos del gameplay. Cinco horas de juego y aún luchamos contra los mismos orcos con las mismas armas. Comienza a repetirse.

También hay dos deficiencias que estropean la diversión. Una es cómo recargas tu barra de salud. Al principio parece una mecánica genial, eso de marear a los rivales con un combo y luego lanzar un finisher desagradable que desencadena acciones 'scriptadas' con un botón cuando aparece el icono sobre sus cabezas. Si lo piensas, te obliga a estar constantemente a la ofensiva, si quieres sobrevivir. Pero aún puedes recibir daño durante el movimiento de ejecución, y mientras progresa el juego, los enemigos son menos propensos a echarse atrás para que puedas destripar a sus camaradas. Da pie a numerosas muertes, porque estás atrapado en una secuencia de muertes prefijada por guión.

El segundo problema viene con los francotiradores, inquietantemente precisos hasta en las dificultades más bajas e incluso cuando montan cohetes. La gran mayoría de las muertes en Space Marine se deben a estos dos factores, y anhelamos una opción de cancelar rápidamente o recortar las animaciones cuando queremos conseguir "puntuar" algo de salud. Se carga lo que era una idea decente.

Los entornos, pese a llevarnos por ciudades arrasadas por la guerra y laboratorios herrumbrosos, son relativamente flojos, como si Relic hubiera decidido que los jugadores estarían demasiado ocupados con la lucha como para darse cuenta. Están medio bien, pero habría estado mejor si estos lugares fantásticos tuvieran algo más de detalle para darte algo por lo que merezca la pena luchar.

Space Marie viene con un modo multijugador, con un modo a lo capturar la bandera Seize Ground y con el típico duelo a muerte por equipos. Ambos son sorprendentemente divertidos, con la oposición humana ofreciendo estrategias reales para el combate, y los niveles en sí son variados e impresionantes, tanto en escala como en aspecto. Shattered Bridge es un favorito de primeras por su diseño, y todos garantizan exploración entre los intercambios de balas. Consigues ventajas acumulando XP y hay varias equipaciones disponibles desde el principio. Debemos destacar la personalización de los luchadores, con un amplio rango de colores y partes de armaduras para satisfacer a los fans. Tiene suficiente presencia como para generar una base de seguidores leales entre los de siempre de Warhammer.

Relic tiene sin duda las ideas correctas para crear un juego de Warhammer. Es divertido y tiene algunas propuestas interesantes, aunque sea un poco basto. Pero también es cierto que se queda corto en funciones y limitado en lo que ofrece a los jugadores en el campo de batalla. Esperamos con muchas ganas una continuación que permita al estudio extender varias ideas estupendas que tristemente son demasiado débiles para llevar todo un juego sobre sus (enormes) hombros.