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Wolfenstein: The New Order

Wolfenstein: The New Order

En el Nuevo Orden mundial instaurado por los nazis, el primer hombre en llegar a la Luna es un tal Hans Armstark. ¿Cuánta rabia te da eso?

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He de reconocer que tenía muchas ganas de jugar al nuevo Wolfenstein. Tengo muy buenos recuerdos del original y del Retorno al Castillo, y me apetecía realmente un shooter cortado a la antigua, pero con ciertas destrezas de hoy. Y eso es justo lo que prometía el nuevo trabajo de Machine Games: estilo arcade alejado de la pesada tendencia bélica, situaciones nostálgicas para amantes del género, un relato más cuidado que antaño y un buen puñado de locuras aprovechando la genial premisa argumental. Ah, y quizá un acabado a la última.

Por eso mismo me ha dado mucha rabia ir comprobando paso a paso en mi partida que The New Order no explota prácticamente ninguna de sus bazas, quedándose en un concepto brutal sobre el papel (y enseñado a trocitos hasta la fecha con mucho arte) pero más bien flojo a los mandos y en pantalla.

Lo primero que me ha chocado es un comienzo realmente desalentador. Entiendo que con la superioridad tecnológica nazi (en una eterna búsqueda de perfectos soldados y máquinas de guerra que está bien documentada históricamente) no quieran gastar todos los cartuchos al principio, pero es que los primeros compases del juego son tan impersonales (no volverás a encontrar secciones así) y sosos que en lugar de recordar a los clásicos parece un trabajo de aficionados.

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Pero no hay que juzgar toda la experiencia por el fallido arranque-tutorial. El verdadero juego empieza con los créditos, con el salto temporal de B.J. Blazkowicz desde una situación que ya pintaba mal en 1946 a un mundo dominado por el Reich en 1960. En ese paso enferma la mente del protagonista y por suerte la de los desarrolladores, que recuerdan de repente que han venido a ofrecer humor negro, salpicón de tripas y locuras a tiros. Y empiezan a sonar las guitarras.

Esta secuencia está a la altura de varias posteriores, con un equilibrio a nuestro juicio interesante entre violencia gratuita/exagerada y narrativa de cierta calidad, pero la verdad es que no hay continuidad en esta entrega y el punto se corta constantemente después de los buenos momentos. Hay escenas que denotan la veteranía del estudio contando historias, con buenos planos, buena música, buen doblaje, buen guión... y en cambio al rato el equipo parece olvidar su talento y te deja indiferente, incapaz de interesarte por lo que está pasando en pantalla.

El famoso encuentro en el tren de Berlín, la resistencia o los polacos rezando convencen lo mismo que la mayoría de los comentarios del prota al estilo Marv en Sin City, y algunos momentazos recuerdan a Malditos Bastardos y otras tarantinadas. Una pena que las secuencias más destacables sean las menos y que la acción que hay entre medias sea también muy irregular.

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Porque The New Order es un contraste constante entre una novedad o mecánica que puede molar y la espera hasta que casi nunca lo hace; lo mismo que decíamos del concepto del juego y su ejecución final. ¿Un arma pesada en cada mano? No es para tanto. ¿Retirar las ametralladoras de pie y llevarlas a pulso? Vale, pero ya no emociona. ¿Coberturas rompibles? Dejan un toquecito en algún que otro encuentro. ¿Vehículos? Olvidables. ¿Perros tuneados y mechas? Nos apasionaba verlos en los 60 de este título, pero las situaciones de juego en las que aparecen, una vez más, no son los subidones que esperábamos.

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Moderneces como el árbol de habilidades o las secciones de sigilo se nota que no han querido ser el alma de este nuevo Wolfenstein, y como se quedan en medias tintas, casi ni pegan. Hay títulos que exprimen mucho mejor esos conceptos, y aquí, salvo contadas excepciones, parecen de relleno. El sigilo en concreto se puede emplear de dos formas: en las partes en las que es realmente opcional, como una aproximación válida para ahorrar munición; y en las que tienes que actuar silenciosamente sí o sí, como una porción algo aburrida.

Para completar está el rango mundial y los códigos enigma (para sacar cuatro modos extra de estilo clásico), todo bienvenido y acompañando a una decisión que todavía no sabemos cómo tomarnos dedicada a los obsesos del 100%: al principio de la historia, te ves en el mal rollo de tener que elegir a sólo uno de dos camaradas para salvarle la vida, y esa decisión cambia ligeramente el recorrido por los niveles en base a dos habilidades distintas (forzar cerraduras, cortar verjas y cadenas)... lo que significa lógicamente que no puedes ver todo el juego en la primera vuelta. Es algo desconcertante, pero seguro que hay quien lo ve como algo positivo en pos de la rejugabilidad.

¿Y cómo ha quedado lo que más importa? Bueno, hay que admitir que las armas van siendo poco a poco más destructivas e increíbles, y que es cierto que Machine Games, con la ayuda de Id, ha conseguido que sus sensaciones (peso, impacto, comportamiento) sean mucho más satisfactorias, desmembramientos incluidos. Los mapas están repletos de secretos e ítemes y son grandotes y variados, por lo que es con estos dos puntos (sumados a las brillanteces en el guión) con los que pasas los mejores ratos: disparando sin parar y escudriñando el decorado en busca de mil objetos que quizá ni te hacen falta, pero que recoges con un gratificante sonido de clic-critch-clac-chisk-tris aporreando los botones. Eso sí que sabe a retro.

Pero hay otra gran pega: el gran esfuerzo artístico (sobre todo en los diseños nazis, en música y doblaje) se ve machacado literalmente por el acabado técnico. El juego es más bien feo casi todo el rato, tirando por tierra el buen concepto audiovisual del que parte. Los modelos están faltos de detalle, las texturas no se pueden admitir en una consola de nueva generación, la IA es muy floja, hay errores gráficos y la mezcla de audio estropea la actuación vocal y los sonidos de las armas. Todo esto no se apaña ni con un parche de más de 5GB (!), dejando patente que el proyecto se llevó demasiado tarde a las nuevas máquinas y que no sirve para completar su catálogo en este género. Si lo haces, será como comer comida de Panzerhund en el juego: rellena, sí, pero ¿a qué sabe?

Al final está claro que Bethesda ha hecho un trabajo mucho mejor de promoción que Machine Games de desarrollo (lógicamente en base a las exigencias de la primera), y que la excelente serie de tráileres del juego invita a esperar una sucesión de locuras, intensidad y humor que sigues esperando casi todo el rato.

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06 Gamereactor España
6 / 10
+
A veces consigue dejar regustazo clásico. Muchos secretos en amplios y variados mapas. Varios personajes memorables y ciertos momentazos. Gran diseño artístico nazi.
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Acabado técnico mediocre, para nada a la altura de las nuevas consolas y con errores. No acaba de cumplir ninguna de sus promesas ni de explotar. IA y escenas de acción con deficiencias. Sigilo olvidable.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países