Análisis de World of Warplanes

El mundo del videojuego vive una de sus épocas más lacradas por los costes de producción. Aunque ya es habitual acceder a contenido relativamente nuevo desembolsando la mitad o menos del precio de venta original de un producto, gracias a las copias digitales, el hecho es que si uno quiere estar al día de lo último en 'juegos AAA' tiene que ser casi de oro. La industria lo sabe, no todos vestimos de etiqueta, y se está apostando por un género que viene cada vez más fuerte: el free to play.

World of Warplanes forma parte de la mejor cara que ofrece este campo del sector, que se ha asentado gracias al buen hacer de títulos como Warframe, un TPS con toque rolero que ha saltado incluso a la nueva generación con PS4, o World of Tanks, el hermano terrestre del juego que analizamos, desarrollado también por Wargaming, que cuenta incluso con torneos televisados. El factor unificador del éxito de dichas producciones es que se basan en el género MMO, y esto es algo que este simulador de aviones hace muy bien.

Este simulador de aviación militar acoge multitud de modelos enmarcados en la época dorada del metal alado, yendo desde los años 30 hasta la guerra de Corea. Dichos pájaros de guerra se diferencian entre sí por tres aptitudes: resistencia, manejo y velocidad. Ninguno es igual, ni mejor. Sobre el papel ganará el equipo más bien organizado y equilibrado. Sobre el papel, claro.

Cada aeronave cuenta con su árbol de desarrollo en la que canjear los puntos de batalla. En la personalización es donde se marca el hándicap; quien más horas juegue, mejor armamento y equipo tendrá. También es posible incrementar la experiencia de nuestro piloto acumulando batallas. Por lo tanto, en la práctica todos los combates empiezan con algunas desventajas. Si alguien con varias horas de juego, o premmium (usuario que paga), tiene a otro en su cola, puede caer. Pero si hablamos de combate frontal, el pez grande siempre se come al pequeño.

Aun así World of Warplanes intenta hacer hincapié en la igualdad de condiciones en la partida, por lo que los beneficios del que paga tampoco son desorbitados, básicamente se basan en ahorrar tiempo. Los aviones obtenidos con dinero real vienen con el árbol de desarrollo completo, obtienen más puntos por batalla, mejoran más rápido los pilotos y no hay penalización al cambiar un conductor de aeronave. Pese a todo la diferencia es palpable, especialmente si acabas de empezar. La voz cantante en los FPS online masivos la sigue llevando Valve con Team Fortress: ahí sí hay igualdad seas o no un recién llegado.

Cabe decir que el juego sigue en desarrollo y todavía no aúna todo lo que acabará siendo. Los emparejamientos son aleatorios y todavía no existen los clanes. Cuando esto se materialice no sólo se sucederán grandes combates, los jugadores de élite evitarán más las partidas rápidas y los desequilibrios serán menores. Además, Wargaming pretende unificar las cuentas de World of Warplanes y World of Tanks, por lo que la interactividad entre ambos puede dar mucho jugo creando incluso guerras que unifiquen ambas disciplinas.

En cuanto a la experiencia a los mandos de un avión, el juego logra dar la sensación de trabajar en equipo, inclusive si no la hay. Las partidas empiezan en el aire y con los equipos atacantes en formación, logrando recrear unos preciados quince segundos de calma antes de la tormenta. Una vez divisado el enemigo empieza la batalla. Si un recién llegado no presta atención a algún que otro tutorial es muy posible que tenga la sensación de estar jugando al gato y el ratón, y se verá interpretando el segundo papel en la mayoría de casos. Las batallas son cortas, de unos diez minutos a lo sumo gracias a que se fundamentan en la muerte permanente. Esto tiene sus pros y sus contras. Los combates se viven, descargas adrenalina y tensión mientras sigues vivo. Ahora bien, si caes el primero pasas a ser un espectador que puede tardar diez minutos en volver a los mandos de un avión.