Con los beneficios limpios de Microsoft generados solamente en el último trimestre de 2020, 15.500 millones de dólares, ya sacó suficiente como para comprar Zenimax/Bethesda... dos veces. Ese es el poderío de la multinacional americana, que hace dinero por todos lados y ahora también a través de su división de videojuegos, históricamente deficitaria.
Entre los factores que han contribuido a estos resultados están el rebote de las ventas de PC, el crecimiento continuo de Surface, que ya factura 2.000 millones de dólares por sí solo, y los negocios cloud, con los servidores Azure generando un 50% más que en el mismo periodo del año anterior.
En cuanto a la división de gaming que dirige Phil Spencer, el dato más relevante es que Xbox Game Pass ha pasado de 18 millones de suscriptores pagando por los 15 que presentaba a 30 de septiembre, y de 100 millones de usuarios activos al mes en Xbox Live entre consolas, PC y móviles. La facturación por contenido y servicios de Xbox subió un 40% y ya aporta más por sí solo que todo lo que representaba la división Xbox Gaming en 2019. El conjunto subió un 51% interanual.
Por último están las consolas propiamente dichas. Los ingresos por hardware de videojuegos casi se duplicaron con respecto al mismo trimestre final de 2019. Xbox Series X y S se han estrenado con precios mucho más elevados de lo que se vendían las viejas Xbox One y en cantidad más que de sobra para este impulso, a pesar de la escasez en todos los mercados. De hecho, Microsoft ha advertido que espera seguir así en lo que queda de ejercicio, es decir, hasta abril.