No es fácil hablar de Xenoblade Chronicles X sin dejarse llevar por el entusiasmo. Alegra ponerse a los mandos y ver que Monolithsoft lo ha vuelto hacer: ya en Wii este estudio liderado por Tetsuya Takahashi asombró a todo el mundo al conseguir un prodigio técnico y jugable en una máquina en sus últimos compases, de la que nadie esperaba gran cosa. Xenoblade Chronicles fue para muchos el juego que trajo de vuelta el esplendor a los JRPG y, con Xenoblade Chronicles X, han sobrepasado un listón que parecía imposible superar.
Ya desde el principio el juego nos trata sin miramientos. Tras crear a nuestro personaje con un editor escueto pero suficiente y, como si de un nacimiento se tratase, nos despertamos en medio de una noche lluviosa en una cápsula criogénica. Nuestros primeros pasos en Mira, (el planeta al que ha ido a parar el último reducto de la raza humana tras la destrucción de la Tierra) los hacemos arma en mano, luchando contra la fauna local. Hasta que logramos llegar a un alto desde podemos observar el gran tamaño del continente de Primordia, donde está ubicada la ciudad de Nueva Los Angeles, la colonia en la que viviremos. El vasto terreno que se extiende hasta la lejanía, poblado por monstruos que nos sacan decenas de niveles, es sólo la punta del iceberg.
Como recién llegados (recién nacidos) a esta vida de supervivencia, en el momento en que aterrizamos en la ciudad se nos deja patente una cosa: hay muchísimas cosas que hacer, todas son útiles para la comunidad y nadie se va a parar a explicarte nada. Así, en cuanto pueden nos meten en el equipo de élite B.L.A.D.E., en el que los mejores guerreros humanos se dedican a ayudar al prójimo en todo tipo de tareas: desde defensa de la ciudad, a la labor policial o la exploración del nuevo planeta.
Y tras esto te sueltan por el planeta. ¡A correr! ¿Quieres saber cómo funcionan los diferentes tipos de ataque? Mira el manual o habla con la gente de la ciudad. ¿Quieres saber cómo funciona el sistema de sondas FrontierNav, con el que aparte de descubrir el mapa del mundo podemos conseguir todo tipo de recursos? Mira el manual o habla con la gente de la ciudad. ¿Quieres saber cómo funciona el sistema de juego online? Efectivamente, o miras el manual o hablas con la gente de la ciudad o, como recién llegado, te lanzas al ensayo y error hasta que terminas dominando cada uno de los aspectos que rigen el sistema de juego de Xenoblade. En este sentido, la coherencia de Xeno X consigo mismo es brutal: como en la vida misma, si no preguntas o no buscas no vas a recibir respuestas.
Pronto nos daremos cuenta de que es precisamente esta coherencia una de las mayores virtudes de Xenoblade. Un ejemplo de esto lo encontramos en su sistema de misiones. Tenemos varios tipos y el juego trata a cada una como sabe que el jugador las va a ver. Así, las pequeñas tareas absurdas de recolección o matar X bichos se pueden aceptar en una especie de "cajero automático de misiones": elige unas cuantas y complétalas mientras das vueltas por ahí. Sin embargo, si queremos hacer misiones con más chicha tendremos que hablar con los personajes de la ciudad, conocerles y descubrir la historia de cada uno. Estas misiones normalmente son más elaboradas y pueden tener desde un nulo impacto en el entorno hasta desbloquear nuevas armas, ataques e incluso habitantes de otras especies en la ciudad.
Por último están los objetivos principales. Estas misiones avanzan la trama del juego y para poder acceder a ellas debemos cumplir ciertos requisitos, como haber explorado cierto porcentaje del territorio o haber completado una tarea secundaria. Concentran la mayor carga narrativa del juego y, aunque no queremos ni podemos destriparos nada, si os podemos decir que, si bien la trama arranca más lenta que en Xenoblade Chronicles, una vez entra en materia se vuelve muy interesante, con una guerra interestelar y una malvada federación campando a sus anchas por el universo, lo que posibilita, entre otras cosas, presentar a un gran elenco de especies alienígenas que conforman un universo narrativo rico y creíble.
El combate de Xenoblade Chronicles X es otra de las piedras angulares sobre las que se erige el sistema de juego. Explorar Mira supone encontrarse con todo tipo de bichos y enfrentarnos a ellos es el pan de cada día de todo buen explorador de Mira que se precie, por lo que nos alegra que finalmente los enfrentamientos hayan ganado en dinamismo, profundidad y estrategia gracias a un vitaminado sistema de combate heredero de Xenoblade Chronicles.
Lanzarse a la batalla a pecho descubierto, encarando a una criatura de nuestro mismo nivel o inferior y atacándola de frente, normalmente nos llevará a un enfrentamiento innecesariamente largo contra un enemigo débil. En el peor de los casos, puede que acabemos mordiendo el polvo. Esto se debe a que cada rival suele tener uno o varios puntos débiles, cada uno asociado a un material o recurso que podemos extraer y a un ataque en concreto de ese enemigo. Si logramos destruir esa parte, no sólo haremos que su vitalidad se reduzca drásticamente, sino que también eliminaremos ataques de su repertorio. Nuestro consejo, antes de atacar a un bicho es buscar uno de sus puntos débiles.
A diferencia de Xenoblade Chronicles, Xeno X nos permite cambiar en cualquier momento entre armas cuerpo a cuerpo y a distancia, siendo las primeras más lentas y contundentes y las segundas perfectas para atacar a partes distantes a las que no llegamos cuerpo a cuerpo o enemigos voladores. La complejidad del combate va más allá gracias a las 16 clases diferente de guerrero que podemos escoger y la inclusión de los Skells, enormes robots de combate y exploración, nos brindan enfrentamientos desde cualquier perspectiva: desde el tanque que soporta todos los ataques del grupo, hasta el supporter o clases más especializadas en daño crítico.
Otra muestra del nivel de obsesión por la complejidad de Monolithsoft es que cada personaje tiene una serie de comentarios durante el combate, llamado "voces del alma", los cuales se activarán bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, con baja vitalidad después de haber encadenado un combo o tras haber resucitado a un compañero. Cuando estas se activen, tendremos que realizar una técnica que coincida con lo que nos piden nuestros compañeros; si lo conseguimos, no solo lograremos aumentar la moral de nuestro equipo, sino que también curaremos a los miembros de nuestra unidad y activaremos bonificaciones como más evasión o mayor ataque. Estas "voces del alma" pueden ser editadas por el jugador, pudiendo crear sus propias voces según los parámetros que prefiera y cada personaje tiene como una veintena.
Resulta increíble el enfermizo nivel de profundidad que puede llegar a ofrecer Xenoblade Chronicles X. Un ejemplo son las tiendas. Sí, podemos comprar armas y armaduras, pero también podemos invertir en las compañías que fabrican esas armas, dependiendo del tipo de equipo que queramos. Si no nos gusta lo que venden las tiendas de serie, siempre podemos crear nuestro propio equipamiento encontrando planos de diseños de armas y armaduras e incluso diseñar las mejoras pasivas de nuestro equipo. Todo esto utilizando, por supuesto, recursos y objetos que encontremos a lo largo del mapa o derrotando enemigos. Y es que, en este sentido, Xenoblade Chronicles X es como el cerdo, de él se aprovecha todo.
Lo mismo ocurre con nuestros Skells. Hasta bien entrada la aventura no logramos nuestro permiso para ser pilotos de estos mechas que nos llevarán a cualquier parte de Mira de forma mucho más segura y rápida. Total, ¿Qué son 30 horas en la enormidad de Xenoblade Chronicles X? Pues bien, los hay de varios tipos (ligero, medio y pesado) y no hay nada más satisfactorio que comenzar a montar tu Skell desde cero: nosotros pintamos al nuestro con los colores de Samus Aran, de la saga Metroid, y empezamos a armarle hasta los dientes: hasta 2 armas principales y 6 accesorias, cada una con su habilidad correspondiente asociada; así como las correspondientes armaduras. Una auténtica pesadilla mecánica de destrucción masiva. Hasta los barracones donde aparcamos nuestros Skells pueden personalizarse.
Aun así, el verdadero protagonista es el planeta Mira: el mundo abierto más grande que ha dado esta generación de consolas. Es de agradecer que Xenoblade Chronicles X sea un juego coherente y, siendo uno de sus mayores atractivos un mundo masivo abierto, no ponga ninguna pared invisible que se de al traste con la inmersión jugable. Si ves un lugar lejano en el mapa, existe y puedes ir hacia él, ya sea andando, nadando o, en los compases más adelantados del juego, volando. No sabríamos deciros exactamente el tamaño real del juego, pero hay quien habla de 3 veces el tamaño del mapa de The Witcher 3: nosotros no nos vemos con el valor de afirmarlo, pero ponemos la mano en el fuego: el mapa del juego es gigantesco.
Cada uno de los cinco continentes que forman Mira tienen sus pecularidades, cada uno con su fauna específica y su climatología, la cual acabará afectando no sólo a la visibilidad, sino también a nuestros habilidades de combate: Primordia el continente inicial, es una llanura con un clima tranquilo en donde encontraremos grandes monstruos apacibles y manadas de carnívoros a las que deberemos evitar si no queremos acabar viéndonoslas con cinco o seis enemigos simultáneamente. Otros continentes como la desértica Oblivia, una especie de Tatooine, nos machaca con tormentas de arena que hacen nuestros ataques cuerpo a cuerpo inservibles o tormentas eléctricas, que nos obligan a refugiarnos en cuevas al restarnos vitalidad por cada segundo que pasamos al raso.
Cabe reseñar el admirable trabajo técnico llevado a cabo. El juego es una roca técnica que usa mil trucos para ofrecer unos paisajes imposibles y una distancia de dibujado simplemente demencial, mientras mantiene una sólida tasa de 30 fps la cual no hemos visto resentirse, literalmente, en ningún momento. ¡Y ojo! ¡Ni un solo bug en 40 horas de juego! Como contrapartida, sí que es cierto que veremos aparecer de la nada algunos elementos y enemigos, especialmente cuando vayamos a toda velocidad con nuestro Skell y al juego, simplemente, no le de tiempo a cargar el inmenso mundo de Mira. Tampoco el modelado de los personajes del juego será santo de la devoción de la mayoría de jugadores, si bien es cierto que son los personajes humanos los que se han llevado la peor parte del apartado gráfico. Es el precio que hay que pagar por tener un mundo enorme sin tiempos de carga.
Respecto al apartado multijugador, este es un añadido discreto que, sin embargo, le da bastante vidilla al juego. Podremos unirnos a brigadas con jugadores de todo el mundo o con amigos en las que, cada uno en su propia partida, debe eliminar a una serie de monstruos o recolectar objetos con la colaboración del resto. Si lo consiguen se habilitarán misiones en las que podrán participar hasta 4 jugadores. Además, constantemente nos cruzaremos con los avatares de otros jugadores a lo largo del mundo de Mira, a los cuales podremos contratar como personajes manejados por la máquina para que nos ayuden en misiones.
No hay juegos perfectos, pero creemos que, en este caso, nuestra nota está justificada. Xenoblade Chronicles X es un juego redondo. Es lo que los JRPG llevaban pidiendo desde hace más de una década. Hay tanto que hacer en el planeta Mira, desde pequeñas misiones a vivir grandes aventuras solos o junto a otros cuatro jugadores en el modo online o personalizar nuestra base y nuestros Skells, que muchas veces olvidaremos que de nuestras manos depende el futuro de la humanidad...¡Y eso es bueno! Porque con Xenoblade Chronicles X las horas, literalmente, se pasan volando.