A Quiet Place: Day One

La joven neoyorquina Sammy no sólo está enferma de cáncer, ¡sino que la ciudad ha sido invadida por monstruos sensibles al ruido del espacio exterior! Para colmo, además de su gato Frodo, extremadamente inteligente, también se ve obligada a arrastrar a un inglés despistado que no está ni aquí ni allá. Bienvenida a Día 1: cuando una de las ciudades más ruidosas del mundo enmudece para siempre, ¿cuál es el siguiente paso? Comer pizza en Harlem antes de que te destrocen los alienígenas detectores de sonido.

Puede parecer una premisa chorra para un prólogo, pero gracias al personaje indiferente de Lupita Nyongo, la trama funciona en su sencillez. Esa protagonista, Sammy, estaba lidiando con la muerte mucho antes de que los alienígenas aterrizaran en la Tierra; estas criaturas parecen más que nada un inconveniente en su búsqueda de la nostalgia previa a la muerte, lo que nos lleva al verdadero corazón de la película, que no deja de latir hasta que ruedan los créditos: una floreciente amistad que surge en medio de la desgarrada metrópolis. Joseph Quinn interpreta al otro protagonista de la película, un joven bastante torpe que encuentra su valor a través de Sammy y, sobre todo, del gato Frodo, que aparece como un pequeño ángel de la guarda peludo en medio de toda la carnicería. Es una película inesperadamente dulce.

Es una pena que también tenga que ser tan tremendamente predecible, ya que la cinta no asume realmente más riesgos que los que ya hemos visto en las anteriores entregas de A Quiet Place. El film parece una versión ampliada de la impresionante secuencia de introducción de la segunda parte, en la que los humanos empiezan a darse cuenta de que tienen que callarse para sobrevivir. Aquí quería ver más de la estupidez de los humanos ante una amenaza alienígena, y tenemos algo de eso, pero muy poco. El ingenio de las entregas anteriores se siente un poco ausente, ya que todo el sentido del largometraje es seguir a unos personajes durante el comienzo de la invasión. Supongo que esta vez esperaba un caos un poco más espeluznante, ya que Nueva York parece tener las cosas bajo un control razonable demasiado pronto en la película. Esto, y cierto realismo menguante, derivan en que la propia tensión se resiente cuando van pasando los minutos.

Aun así, es un pequeño thriller razonablemente emocionante y entretenido que, como sus predecesores, debería verse en el cine. Puede que no esté a la altura de sus brillantes predecesoras, pero es una pequeña precuela eficaz que ofrece más de la tensión silenciosa que constituye la exitosa columna vertebral de la serie. Hay mucha acción monstruosa para los que sintieron que no había suficiente en la última, y también mucho encanto para los que buscan un poco de esperanza en sus películas de terror, pero encontraréis poco de los escalofríos que ofrecían las predecesoras.