No es ningún secreto que Magnus y yo no hemos estado precisamente muy contentos con el rumbo que ha tomado Star Wars en los últimos años, pero eso no me impidió ver una luz prometedora al final del largo y oscuro túnel después de ver los soberbios primeros cuatro episodios de Andor. Afortunadamente, ahora estoy disfrutando de la libertad, porque la serie ha seguido mejorando con cada episodio.
La principal razón de mi entusiasmo es que Andor no se siente como un producto más de Star Wars. Es extraño decirlo como fan de toda la vida que soy, pero es cierto. Por supuesto, esta emocionante historia ocurre sin lugar a dudas hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana, pero también arroja por el pozo del reactor la mayoría de las recetas trilladas y rancias que han hecho que la mayoría de las otras películas y producciones sean un lastre últimamente.
No hay ni un solo sable láser a la vista. Los aspirantes a droides simpáticos y divertidos han sido desactivados. Los diálogos excesivamente teatrales han sido sustituidos en su mayoría por el realismo y el suspense. Por fin podemos experimentar una faceta de este universo que Lucasfilm y Disney han evitado hasta ahora. Ya sea porque querían ser extremadamente infantiles o por miedo a no incluir aspectos que algunos podrían considerar pilares de la franquicia. En cualquier caso, esta nueva visión es muy refrescante y entretenida. Si Rogue One era 'Salvar al soldado Ryan' en el universo de Star Wars, Andor es 'Hermanos de Sangre' con una pizca de Star Wars.
El viaje de Cassian Andor no es tan predecible. No se hace amigo de todo el mundo a los pocos segundos ni aparecen soluciones a todos los problemas. El hecho de que esto se establezca desde el principio me lleva a cuestionar si la gente que conoce es realmente tan buena o mala como puede parecer. Ahora senitmos que en esta galaxia no todo es blanco o negro, sino que tiene muchos tonos grises. Algo que también se refleja en la presentación.
El uso mínimo de efectos CGI y el hecho de que sean menos obvios o llamativos realza todavía más la crudeza y la inmersión en la serie. Esta rebelión nace de un mundo sucio y melancólico, no en los brillantes pasillos llenos de gente y criaturas cuyo vestuario consiste en absurdos sombreros, cuellos interminables y otras prendas que llaman la atención. Todo es más real y con los pies en la tierra. Algo que hace que cada escena sea más impactante. Tomemos como ejemplo los cazas TIE. Estas icónicas naves espaciales han sido básicamente colocadas en pantalla en casi todas las películas y programas actuales, lo que me lleva a pensar en ellas casi como si fueran el Ford Fiesta de este universo. En este sentido, Andor apuesta por la calidad frente a la cantidad. Al presenciar un solo caza TIE, recuerdo por qué esta forma y este sonido son temidos en toda la galaxia, ya que el tamaño, el sonido y la reacción de todos rezuman muerte y miedo. Una filosofía que también se aplica a la historia.
Aunque no voy a estropear nada del apasionante año de Cassian, es divertido ver cómo pasa de ser un tipo relativamente normal que puede complicar la vida a unos cuantos imperiales, a convertirse en un nombre conocido tanto entre los altos mandos del imperio como entre los que quieren enfrentarse a ellos. A esta progresión contribuye el hecho de que los doce episodios de la serie estén divididos en cuatro trilogías cada vez más dramáticas, en las que cada una cuenta su propia historia en cierta medida. Una estructura interesante que ayuda a mantener la curiosidad y el interés durante todo el tiempo, especialmente en la última mitad de la serie, cuando lo que está en juego es mucho más importante. Si combinamos esto con un desarrollo de personajes fascinante (empezando por la gran evolución de Diego Luna, que pasa de ser un rebelde sin causa a convertirse en alguien que toma la iniciativa y se arriesga), no deberíamos tener problemas para encontrar a alguien a quien amar y odiar a la vez. Aunque no es que este aspecto esté ejecutado de forma impecable.
Porque Andor comete algunos errores. Uno que no me esperaba es que la serie podría haberse beneficiado de tener más de doce episodios. Un par de saltos temporales arruinan parte de la fluidez y la inmersión. Algunas muertes no tienen el impacto que podrían tener si conociéramos mejor a la pobre víctima y unas cuantas amistades/alianzas salen de la nada porque ocurren fuera de plano. Para más inri, algunos de esos puntos de la trama tienen demasiado peso en la trama.
Luego tenemos el hecho de que sabemos que Cassian está vivo en Rogue One: Una historia de Star Wars. Eso no impide que algunas escenas intenten crear tensión poniéndolo en peligro, pero unass cuantas de ellas habría sido realmente increíble si no supiéramos su destino. En lugar de eso, acaban pensando únicamente en cómo nuestro querido protagonista saldrá obviamente de este apuro. La mayoría de las precuelas tienen este problema, así que era algo esperable, aunque sea decepcionante.
Por eso Andor sigue siendo la mejor serie de Star Wars hasta ahora. Incluso diría que es una de las mejores series que he visto en los últimos años. Una aventura llena de suspense y emoción que explora aspectos y profundidades de la galaxia muy, muy lejana que rara vez hemos visto en una película. El enfoque más realista y único (incluida la música) hace que se cuente una gran historia que incluso entretendrá a muchos a los que nunca les ha gustado Star Wars... mientras que al mismo tiempo puede decepcionar a los fans que no quieren que las cosas cambien.