Análisis de Atelier Sophie: The Alchemist of the Mysterious Book

Una saga con encanto

La saga Atelier debutó en el panorama consolero allá por 1997. Esto quiere decir que en apenas unos meses entraremos de lleno en su 20º Aniversario... ¡que se dice pronto! Con este aniversario, Atelier se unirá al selecto club de series J-RPG que superan los 20 años de vida activa y que además superan las fronteras niponas para llegar a los jugadores occidentales, compartiendo méritos con grandes del género como las franquicias "Tales of" y "Final Fantasy".

Hay que reconocer que, al menos hace unos años, no era nada fácil que una saga con un carácter nipón tan marcado como Atelier llegase a occidente. Y todavía era más complicado que este tipo de series triunfara y sus nuevas entregas continúen llegando de manera puntual. Sin embargo, Atelier y su original sistema de subsagas han conseguido conquistar a los jugadores occidentales antes de que los juegos tipo manga fueran tan aceptados como lo son hoy en día.

Entrando en un nuevo Atelier

Si nunca has jugado a un Atelier (también analicé Alchemist of Dusk hace tres años), lo primero que llama la atención al acercarte a esta saga es que la protagonista en todos sus juegos es siempre una joven que se dedica a la alquimia y que está en algún tipo de apuro. A grosso modo, éste vendría a ser el punto de partida en el argumento de cada uno de los juegos de la franquicia. Quizá parezca repetitivo e incluso trivial, pero es sorprendemente atractivo y da coherencia a un juego que quiere ser diferente del resto.

Sophie, por tanto, no podía quedarse atrás. Nuevamente nos encontramos ante una jovencita alquimista despistada y algo desastrosa que quiere mejorar sus habilidades. Con Atelier Sophie se inaugura la subsaga Mystery y habitualmente cada subsaga dentro de Atelier consta de tres entregas; por tanto es de esperar que al ya confirmado Atelier Firis: The Alchemist of the Mysterious Journey (sería la segunda entrega) se le sumara un tercer título todavía no desvelado.

Una alquimista en apuros

El inicio de Atelier Sophie no podría ser más relajado. La protagonista, Sophie Neuenmuller, se encuentra mirando al infinito en un entorno idílico durante la pantalla de inicio. Pues resulta que nos sorprende vocalizando un "¡vuelta al trabajo!" tan pronto como escogemos la opción de empezar una nueva aventura, da media vuelta y vuelve correteando a su hogar dispuesta a enzarzarse con la alquimia. Todo un indicio de lo idílico que va a ser el juego desde ese momento.

Como podrás suponer por lo que comentábamos en los primeros pasos de nuestro análisis, nuestra querida Sophie no es especialmente una alumna aventajada dentro del mundo de la alquimia pese a que su abuela era una gran alquimista. Pero, como dice el refrán, en esta vida "todo se pega, menos la hermosura"... y la alquimia, por lo que parece. Pero eso no será impedimento para que Sophie ponga todo su empeño en mejorar como alquimista, continuar cuidando del Atelier que heredó de su querida abuela en el pueblo de Kirhen Bell.

Amigos para siempre

La amistad es uno de los temas claves de la saga Atelier y siempre se trata con un mimo extremo en todos los detalles, superando incluso en más de una ocasión en calidad al propio argumento del juego. Pese a ser algo patosa con la Alquimia. Sophie no duda en poner todo su empeño en ayudar a sus amigos, conseguir que dependan de ella, aunque ello implique esforzarse mucho más o incluso ponerse en peligro.

Una de estas nuevas amigas resulta ser un misterio en sí misma. Lo que empezó siendo una mera consulta a un libro de alquimia procedente de su abuela terminó inicialmente con una decepción. ¡Las páginas del libro estaban en blanco y no había ninguna fórmula que consultar! Vaya chasco, pensarás. Pues no, resulta que el libro (o "libra") tenía truco... ¡y vida propia!

Este libro resulta ser un ella, llamada Plachta, que tiene forma de libro y un conocimiento alquímico que, por el momento no recuerda al igual que su origen. Sophie, que no puede abandonar a una persona (¿libro?) en apuros, no duda en echarse a la aventura. Y, por supuesto, compartir aventuras con Plachta le ayudará a descubrir nuevas recetas alquímicas para así conseguir crecer como alquimista.

Alquimia por aquí...

El verdadero meollo del juego, o gran parte de él, se concentra en la puesta en marcha de la alquimia. Cada vez que nos ponemos frente al caldero, debemos tener los ingredientes necesarios y saber cómo mezclarlos, además de pasar por una suerte de desafiante tetris con los ingredientes que nos permite mejorar los efectos obtenidos. La alquimia es uno de los puntos que más se han trabajado en esta nueva entrega, dándole mayor profundidad punto que agradecer al ser el apartado en el que más horas pasamos.

Hablando de ingredientes, también tenemos que buscarlos para nuestros intentos de alquimia. Cada receta implica un número y variedad diferente, por lo que tenemos que patearnos los escenarios de arriba a abajo y cumplir misiones. Pero ojo, el juego tiene ciclos de día y noche, además de semanas de 5 días (2 de ellos festivos) que afectan tanto a la disponibilidad de objetos como de misiones. Y además, la ambientación cambia de forma apropiada en el juego, con personajes que sólo aparecen en determinados momentos y ambientes distintos entre días laborables y festivos.
Y, por supuesto, las misiones también se ven afectados por estos ciclos. Por ejemplo, un personaje que nos proporciona una misión determinada puede no estar disponible salvo que se cumplan determinadas condiciones. Y esto ocurre tanto en las misiones secundarias como, ojo, varias de las principales. Pero a veces el juego depende en exceso de estas variables. Tanto, que a veces intentar avanzar en la historia principal se nos complica tanto gracias a estos ciclos que nos podemos tirar un buen rato dando palos de ciego hasta que entendemos qué debemos hacer (o damos con ello por suerte).

...y peleas por allá

No olvidemos que estamos en un J-RPG. Más allá de misiones y la recolección de elementos, así como la entretenida alquimia posterior con ellos, otro punto en el que pasamos mucho tiempo de nuestro juego es en las batallas. Como no podría ser menos en Atelier, los combates son por turnos clásicos, con el orden de acción definido a la izquierda, y con cuatro personajes en nuestro equipo en formación de diamante: una vanguardia delante, dos en medio y nuestra querida alquimista detrás. ¿Lo nuevo? Todos los personajes pueden usar ítems, aunque sólo Sophie tiene acceso a todos.

La verdadera dificultad es fijar la dificultad oportuna (valga la redundancia) del juego pensando en las batallas. La dificultad fácil y normal son muy poco exigentes, por lo que el salto a la difícil parece natural. Sin embargo, esto hace que de cuando en cuando las batallas sean demasiado exigentes y nos atasquemos en ellas, al menos hasta que gracias a la alquimia usemos objetos potentes y la balanza se vuelva a equilibrar a nuestro favor.

Atelier estrena novedades con buenas intenciones

Aunque a veces las buenas intenciones no bastan. GUST nos ha traído un Atelier en el que se notan las ganas de innovar, de traer aire fresco a la franquicia. Y son novedades que realmente se agradecen, como el mejorado sistema de alquimia, ciertas mejoras en las batallas y la eliminación del límite de tiempo para completar la historia que sí existía en otras entregas de la saga.

Sin embargo, al jugar y avanzar en la partida queda claro que este esfuerzo de innovación se ha quedado a medias. En un primer vistazo, vemos como los gráficos en la versión PS4 se han quedado muy atrás de lo esperado en una plataforma como ésta, parece más un juego 'vitaminado' de PS3. La dificultad es otro punto a mejorar, ya que tan pronto el juego es extremadamente difícil como al instante siguiente se convierte en un paseo por el campo. El sistema de combates, más allá de las novedades, se nota algo inferior al de entregas anteriores. Y eso por no hablar de lo poco claras que están ciertas misiones, lo que nos obligará innecesariamente a buscar ayuda fuera del juego sobre cómo conseguir avanzar.

No todo es malo. A la incorporación de elementos innovadores en la saga se le suman las siempre bienvenidas voces en japonés (junto al doblaje inglés), una banda sonora muy cuidada y los siempre adorables personajes de Atelier. No nos olvidemos de los escenarios que, aunque vacíos, nos acercan a una época medieval europea cargada de fantasía. El espíritu marca de la casa sigue ahí, y los fans se encontrarán relativamente cómodos con él.

Sin embargo, nosotros nos quedamos con la idea de que este Atelier es una evolución, un ligero experimento que mezcla lo antiguo con lo nuevo, el inicio de un cambio mayor en la saga que llegará más adelante, con lo bueno y malo que ello implica. Esperamos mucho más de la próxima entrega si GUST sabe terminar de implementar estas novedades como debe. Por ahora, francamente mejorable.