Beau tiene miedo

No cabe duda de que Ari Aster sufre de «mommy issues». Exploró esa temática en su debut como director, Hereditary, y esta vez profundiza todavía más en la materia en su nueva película, Beau tiene miedo, que aborda el tema de los complejos de Edipo de forma controvertida. Este filme de tres horas acaba resultando excesivo y, por desgracia, va perdiendo el rumbo a medida que avanza.

Los primeros dos títulos de Aster, Hereditary y Midsommar, tuvieron un éxito inmenso en el género de terror y ayudaron a posicionar la productora cinematográfica indie A24 como la líder del cine indie estadounidense. Junto a Robert Eggers y los hermanos Safdie, Aster ha ayudado a que A24 se convierta en el popular recién llegado al cine estadounidense. Por lo tanto, las expectativas estaban muy altas ante la llegada de este nuevo thriller divertidísimo que explora la relación disfuncional entre el protagonista, Beau, y su manipuladora madre Mona. Beau tiene miedo parte de una premisa interesante, pero acaba incluyendo demasiadas distracciones por el camino. Se vuelve demasiado ridícula y se pierde tanto a sí misma como al espectador entre tanta locura.

Beau es un personaje solitario de mediana edad que vive en un barrio pobre y peligroso. Tiene miedo de absolutamente todo y a menudo se ve amenazado por personas sin hogar, atracadores y violentos psicópatas tatuados. Tiene que visitar a su madre, lo que desata una sucesión de obstáculos que completan las tres horas de trama,. Eso es precisamente lo que hace que la película colapse. La larga odisea de Beau se convierte en un asunto caótico, inundado de momentos muy extraños que restan seriedad a la dramática historia.

La ansiedad de Beau se expresa de un modo casi expresionista en el universo cinematográfico. Su entorno es puro caos y el filme avanza en un estado fluido que combina la realidad y la interpretación de Beau de esta. El barrio pobre en el que vive está representado de manera excesivamente amenazadora y los indigentes parecen zombis. Se trata de un paisaje urbano sucio y depravado que recuerda a la visión de Travis Bickle de la humanidad. Los miedos de Beau pueden parecer justificados o totalmente irracionales, dependiendo de cómo se interprete la realidad.

Sin embargo, la película también cuenta con elementos positivos. Lo mejor de Beau tiene miedo son los momentos en los que la historia se centra en la dinámica madre/hijo y analiza la infancia problemática de Beau. En esas secuencias el drama resulta más atractivo y la incómoda tensión entre Beau y su madre provoca los mejores momentos del filme. En concreto, el uso del tema pop de Mariah Carey, Always Be My Baby, en una escena muy incómoda, crea un momento tan gracioso como absurdo. El perverso contexto en el que suena la canción aporta a la letra un nuevo significado edípico. La traducción de la letra sería algo así como:

«Siempre serás parte de mí,
formo indefinidamente parte de ti,
chico, ¿no sabes que no puedes escapar?
Querido, siempre serás mi bebé».

Después de esto, nunca más vamos a poder escuchar la balada romántica de Mariah Carey de la misma forma.

Beau tiene miedo parte de una premisa muy interesante, pero cuenta con demasiados giros argumentales que puede que funcionen en cuanto a temática, pero resultan torpes en lo que respecta a la dramaturgia. Ahora Ari Aster cuenta con tres títulos propios: el mejor es Midsommar, pero Beau tiene miedo revela las debilidades del director.