Gary Bowser, de 54 años, de origen canadiense, salió de prisión el año pasado tras cumplir solamente 14 meses de los 40 que tenía de sentencia debido a un buen comportamiento dentro de la cárcel. Ahora se ha sabido más de su historia, y el hacker asegura estar pasando por un tramo de grandes dificultades económicas, ya que no solo tiene problemas para pagar los 14,5 millones de dólares que le debe a Nintendo, sino que tampoco dispone de recursos para pagar el alquiler o sus sesiones de fisioterapia.
Desde pequeño, Bowser había tenido implicaciones con los videojuegos y los ordenadores, su familia tenía un negocio de informática y su padre era ingeniero; fue con él donde con quien empezó sus pinitos conectando modelos de trenes y calculadoras mod. Posteriormente, Bowser, acabaría dirigiendo un cibercafé donde reparaba hardware para, medianamente, ganarse la vida, práctica que casi le acarrea una sentencia por estar en conexión con piratería de películas. En 2010, sin hablar apenas español, se mudó a República Dominicana; allí donde empezó todo lo que hoy en día le une a la piratería de Nintendo.
Por esos años, Bowser, empezó sus relaciones con Team Xecuter, un grupo clandestino de piratería que se encargaba de fabricar llaves y adaptadores que eludían los métodos antipiratería de las máquinas, entre ellas, las de Nintendo (Switch incluida, a juzgar por lo que ha transcendido). Esto les permitía modificar y jugar a cualquier juego ilegalmente. El rotativo The Guardian, que ahora recoge una crónica de la historia del hacker, cita textualmente las palabras de Gary Bowser:
"Comencé a convertirme en un intermediario entre las personas que hacían el trabajo de desarrollo y las personas que poseían chips de modificación."
No fue hasta momentos de pandemia que Bowser fue arrestado. Además, relata haber estado bebiendo la noche anterior y despertarse con tres armas apuntando a la cabeza y posteriormente, verse esposado en el coche de las autoridades. Pasar el Covid-19 en la cárcel le hizo estar aislado durante toda la etapa del coronavirus, debido a la seguridad recomendada por sanidad y prácticamente solo se relacionaba con el sacerdote y, durante un tiempo, dando charlas a presos bajo vigilancia por alerta de suicidio. Si bien sus meses en la cárcel y los posteriores a su salida de prisión han sido difíciles, asegura que ha vivido cosas peores y que se encuentra optimista ante la situación que le va a rodear, probablemente, de por vida. Bowser agradece, al menos, tener un techo bajo el que cobijarse, algo que con 20 años no disfrutaba, ya que yació un tiempo a la intemperie sin hogar.
"Cuando estaba en la cárcel, iba pagando a Nintendo 25 dólares al mes".
La conexión con Xecuter, fue, según la justicia, lo que le llevó a acarrear la sentencia. Además, subrayan que el procedimiento que se llevó a cabo no es el usual, sino que se procuró marcar un antecedente ejemplarizante. En este caso es complicado imaginar a Bowser como el único malo malísimo de la historia; probablemente cantidad de sus compinches y secuaces, de los que sí hicieron millones con la piratería, acabaron de rositas.
En todo caso no está exento de ironía que tanto el hacker encarcelado, como el presidente de la compañía demandante, compartan el nombre del villano de Nintendo (y ningún parentesco, vaya por delante). Al final todo indica que, ni el uno supo lucrarse todo lo que pudo, ni la otra obtendrá la compensación que dictaminó el juez.
¿Qué os parece una de las historias de pirateo más sonadas del sector?