El juego del calamar: Temporada 3 completa (Netflix)

Siempre me ha fascinado El juego del calamar [Squid Game]. Para mí, es la escenografía, combinada con la malicia casi caricaturesca que se instala cuando se permite que la codicia consuma todos los demás instintos inmediatos. Es una espiral descendente hacia el infierno, donde incluso las mejores personas se dejan corromper por el beneficio monetario.

Pero al mismo tiempo, toda la premisa siempre ha tenido fecha de caducidad. El simbolismo bastante obvio y el marco singular son tan evidentes que, aunque la segunda temporada se expandió un poco, hemos visto poco a poco lo que el universo de Hwang Dong-hyuk tiene que ofrecer.

Por eso es tan refrescante que, aunque El juego del calamar siga siendo el mayor éxito de Netflix en cuanto a una serie de parámetros, este sea el final, aunque solo sea, de la serie principal. Esta temporada más corta, de únicamente seis episodios, concluye la historia de Seong Gi-hun. Y, por suerte, terminamos con un bang emocional, intenso y bien construido.

La tercera temporada retoma la historia donde la dejó la segunda. La rebelión de Seong Gi-hun ha fracasado, The Front Man se ha revelado y los juegos continúan. Al mismo tiempo, el agente de policía Hwang Jun-ho intensifica su búsqueda de la isla donde se celebran los juegos, y el norcoreano Kang No-eul podría acabar desbaratando la situación: los tres hilos individuales se unen lentamente en dos episodios finales especialmente explosivos.

Es difícil describir la trama o el desarrollo de los personajes sin acercarse a posibles spoilers, así que digamos que todo el amplio reparto surcoreano sigue ofreciendo brillantes interpretaciones que se equilibran en el filo de la navaja entre lo emocionalmente duro y lo inverosímilmente caricaturesco, como si todo fuera una especie de parodia.

Por desgracia, no se puede decir lo mismo de los "VIP" occidentales que, como en la primera temporada, se registran para ver los juegos mortales. Es totalmente increíble que cineastas de tanto talento, tanto surcoreanos como el equipo internacional de Netflix, hayan aprobado todo, desde el guion hasta la interpretación, y casi parece como si las líneas no solo hubieran sido escritas por una IA, sino también interpretadas por una. De hecho, la diferencia entre las creíbles interpretaciones de los actores surcoreanos y la basura que sale de la boca de estos VIP es tan sorprendente que sospecho que, de alguna manera, forma parte de la parodia. ¿Quizá es así como nos ven? En cualquier caso, es inaceptablemente pobre.

Aparte de eso, la escenografía, la música y el ritmo son perfectos, creando un final explosivo que, aunque no reinventa exactamente la rueda, ofrece una conclusión memorable para una serie que pasará a la historia para muchos, y eso también porque sabe cuándo darse por terminada.