En las profundidades del Sena (Netflix)

¿Y así es como me lo agradecen? Soy ecologista testarudo, apasionado, decidido y rabioso que intenta salvar de la extinción al difícil tiburón Mako limpiando el plástico de los océanos. Ninguna buena acción queda sin castigo, como dice el refrán, sobre todo cuando hablamos de tiburones asesinos hambrientos y carnívoros que nadan 3.000 kilómetros y que solo por pura malicia "aprenden" a respirar en agua dulce para vengarse.

En las profundidades del Sena es la nueva gran película veraniega de Netflix, dirigida por el hombre que está detrás de Frontiers y The Divide, en la que un experimentado biólogo marino y un grupo de activistas hipsters de pelo azul se enteran de que un tiburón de casi ocho metros de largo se ha colado en el río Sena, en el centro de París, y pasan 49 minutos intentando que el alcalde y la policía crean lo que dicen. "¡Sí! Estamos diciendo la verdad. Esos manifestantes cubiertos de rastas y agujereados con piercings (todos con flequillo supercorto y ropa vieja) saben que hay un enorme tiburón asesino de la muerte en París y que os comerá a todos!!!" Como en los viejos superclásicos de Spielberg, escépticos y burócratas se encuentran con altruistas y activistas en una feliz mezcla de viejos y manidos tropos de películas de tiburones apilados unos sobre otros en un montón de porquería del tamaño de la Torre Eiffel.

Netflix es, en mi opinión, el servicio de streaming de calidad más asequible de todos, con la mejor selección, con diferencia, tanto en términos de amplitud como de proyectos más pequeños, joyas y producciones locales. Sin embargo, no se puede obviar que en los últimos años han tenido muy mala suerte, porque cada guion que escupen se ve arrastrado por una lógica estúpida, malos diálogos, personajes con menos profundidad que un charco y un cliché todavía más manido que el anterior. En En las profundidades del Sena, el director Xavier mezcla todo lo que le gusta de Tiburón y lo que le gusta de Deep Blue Sea, ha cambiado el escenario por uno urbano (París, de lo que obviamente ya te has dado cuenta) y lo ha aderezado con efectos que parecen hechos enteramente en Microsoft Word.

Esto es basura. Basura pura y dura. La gente a la que se supone que debemos apoyar es tan estúpida que parece cómica, la lógica es tan deplorable que no hay mucho más que hacer que reírse de la miseria, y las escenas submarinas de París hacen que Sharknado parezca una producción de ILM. Los tiburones se pasean sin peso, tamaño ni presencia, y a menudo el agua que rodea sus cuerpos está tan mal ejecutada que los efectos por ordenador de hace más de 20 años de Deep Blue Sea parecen más frescos. No es el caso, sin embargo, durante los primeros momentos de En las profundidades del Sena, cuando un grupo de buceadores se pierde durante un muestreo de biología marina en mar abierto. Aquí, extrañamente, los efectos son realmente buenos, al igual que la fotografía y la atmósfera, lo que me lleva a pensar que esta parte fue realizada por un equipo de rodaje diferente en una época distinta y con un presupuesto completamente distinto al del resto de la película.