Creo que Cobra Kai es una de las series más interesantes de la televisión actual. Este programa consiguió que la franquicia The Karate Kid volviera a ser el centro de atención de un modo que muchos nunca habrían esperado, y lo hizo contando una historia que empezó como una aventura de base verdaderamente convincente y con la que te podías identificar, y que desde entonces se ha convertido en una ridícula historia global que parece casi un culebrón. Creo firmemente que Cobra Kai empezó como una serie de calidad, pero que con el paso de los años ha ido perdiendo un poco su brillantez y encanto a medida que se adentraba cada vez más en la estupidez. Y sin embargo, a pesar de creer esto, no me canso de verla. Los showrunners Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg han dado en el clavo con esta idea, pero la cuestión ahora es si han conseguido concluir Cobra Kai por todo lo alto o, por el contrario, de un modo que refleje su trayectoria actual.
Esta sexta temporada, que frustrantemente se ha dividido en tres partes, ha sido desigual en el mejor de los casos, y francamente encontré que la segunda parte carecía de los aspectos en los que Cobra Kai solía destacar. Claro que había mucha acción con escenas bien coreografiadas, pero al mismo tiempo las peleas infantiles alcanzaban niveles que resultaban agotadores y los villanos y antagonistas perdían realmente su encanto después de ser la misma espina clavada en el costado de Daniel LaRusso y Johnny Lawrence durante los últimos siete años. Las discusiones tontas a pequeña escala y los golpes sarcásticos de las primeras temporadas se perdieron en la estela de asesinatos, inmensa corrupción y héroes encerrados en jaulas de perro subterráneas. Se convirtió en una locura que restó importancia a la acción de artes marciales que conocemos y amamos, y hubo muchas veces en que me quedé sin palabras con la dirección que estaba tomando la historia.
Afortunadamente, puedo afirmar enseguida que Parte 3 es una narración mucho más centrada y enraizada. Vuelve a haber momentos hilarantemente tontos, y también algunos elementos cringey y estúpidos, pero la mayor parte de la historia trata del kárate y de la pandilla que se prepara para el torneo Sekai Taikai, que se está reiniciando y está previsto que tenga lugar en Valley, como parece que ocurre con todo hoy en día... Es una historia más emotiva que busca atar las diversas narraciones en un pequeño lazo apretado, pero también tiene un enfoque claro, y es el de los adultos. Johnny, de William Zabka, y Daniel, de Ralph Macchio, ocupan el centro del escenario e impulsan una historia que a menudo deja al joven reparto en un segundo plano, ya sea dentro o fuera de las alfombras del torneo.
Este enfoque permite que Zabka y Macchio brillen, pero a costa de que empieces a olvidar que personajes como Miguel, de Xolo Maridueña, Samantha, de Mary Mouser, Robbie, de Tanner Buchanan, y Tory, de Peyton List, fueron en su día un punto central de Cobra Kai. Y esto sin mencionar a muchas de las estrellas secundarias adicionales, que son abandonadas a su suerte en esta última tanda de episodios. Ya he dicho en otras reflexiones sobre la 6ª temporada que algunos personajes parecían haber quedado relegados a un segundo plano, y Part 3 no hace más que confirmarlo. También creo que este énfasis en el reparto adulto pone de manifiesto que no son precisamente los mejores intérpretes. La gama emocional de algunos de estos actores parece limitada en el mejor de los casos, y me atrevería a decir que el hecho de que Zabka sea el mejor del grupo dice mucho de las interpretaciones de esta vez.
Además de las desiguales interpretaciones y de una trama que a veces parece ajena al punto de partida de Cobra Kai -una trama que sigue repleta de los característicos diálogos cursis-, la forma en que esta parte final ofrece un servicio a los fans sin remordimientos tampoco me gustó demasiado. Cobra Kai nunca lo ha evitado, pero ver a una versión del Sr. Miyagi de Pat Morita luchando contra hordas de atacantes esqueléticos inspirados en The Karate Kid junto a Macchio me pareció inusual e incluso un poco incorrecto. El legado de Miyagi que siempre ha impregnado esta serie nunca se había presentado de esta forma, y está claro por qué fue así.
Pero aquí es donde las cosas se ponen realmente raras. Aunque esta última temporada de Cobra Kai ha sido, en mi opinión, la más floja hasta la fecha, también es, como todas las anteriores, una ración de televisión entretenida y desenfadada de la que no querrás apartar la vista. Cada vez que ocurre algo ridículo e intenta llevarte al límite y que dejes de verla, se produce un giro argumental que te atrae de nuevo. Sin duda, la escena del entrenamiento de VR (realidad virtual), que parece más propia de Back to the Future, y la explosión del yate, que parece sacada de un episodio de Los Vigilantes de la Playa, son algunos de los puntos más bajos de la temporada, pero cuando se vuelve a lo esencial, cuando las luces se atenúan y las cámaras apuntan a las colchonetas de kárate, Cobra Kai, como siempre ha hecho, brilla como un diamante.
No es el final perfecto, ni está exento de problemas, de hecho tiene muchos, pero este último puñado de episodios de Cobra Kai son en su mayoría entretenidos, y teniendo en cuenta la herencia de la serie, eso es todo lo que se puede pedir.