Corría el año 1997 cuando Atlus deleitó a los usuarios de Saturn con una nueva y espectacular entrega de su franquicia Shin Megami Tensei. Eran ya malos tiempos para la consola de Sega, que fuera de Japón no consiguió despegar y el tiempo que le quedaba de vida era una implacable cuenta atrás hacia el lanzamiento de Dreamcast en 1999. Ese mismo año, ese Shin Megami Tensei: Devil Summoner: Soul Hackers que había hecho las delicias de los amantes del rol que poseyesen una Saturn se lanzaba también para PlayStation, en una época en la que la gente ya miraba hacia la generación de los 128 bits que inauguraba Dreamcast y a la que pronto seguiría PlayStation 2. Si a esto le sumamos la gran cantidad de títulos de corte nipón que no se lanzaron fuera de dicho territorio en dicha generación, es obvio que era una mala época para que en occidente pudiésemos disfrutar de títulos como este.
Afortunadamente, el tiempo ha pasado y poco a poco la franquicia Shin Megami Tensei (SMT) ha ido encontrando su nicho de jugadores fuera de Japón. Aunque aquí todavía sea mayormente desconocida (pocos saben que hay casi tres decenas de entregas entre diversas sagas y 'spin-off'), el gran éxito y calado de los mejores capítulos de la serie (Persona 3 y Persona 4) han ayudado mucho a que los amantes de los juegos de rol estén ávidos de disfrutar de todas y cada una de las creaciones de Atlus (un estudio que, casualidades de la vida, ahora pertenece a Sega). No es para menos, dado que la compañía ha destacado siempre, en todas y cada una de sus producciones, por ofrecer unos argumentos complejos, profundos, elaborados y muy interesantes, de esos que te atrapan cuando llevas un par de horas y no te sueltan hasta el último suspiro de los créditos finales. Sin embargo, a nivel jugable no todos los títulos son tan agradecidos como los Persona; recorrer mazmorras y enfrentarse a los demonios en un SMT suele tener ese toque de realismo en su dificultad que no todos los jugadores están preparados para aceptar.
Esta introducción es necesaria para comprender el entorno que rodea a este Soul Hackers para Nintendo 3DS: es un juego de la vieja escuela, un SMT puro en todos sus aspectos, que no oculta en ningún momento las bazas que lo convirtieron en un éxito hace ya 16 años. Este es, posiblemente, uno de los mayores peros que se le pueden sacar a esta producción: Atlus no ha querido realizar un remake completo, sino simplemente homenajear y adaptar una de sus obras clásicas manteniendo toda la pureza del original. Esto, si bien es ideal para el aficionado a la franquicia y a los juegos de rol clásicos, echará bastante para atrás a los nuevos usuarios, ya que los años y las generaciones transcurridas provocan que el juego sea bastante feo a nivel gráfico, según los estándares actuales y ya sin irnos a grandes producciones; el propio Etrian Odyssey IV, siguiendo con ese mismo esquema de recorrer mazmorras y enfrentarse a todos nuestros enemigos en primera persona y haciendo uso de menús, luce una definición y un acabado muy superiores a los de Soul Hackers.
La fidelidad al clásico de Saturn es tal que se han mantenido las mismas texturas y, por tanto, los mismos edificios y paredes llenos de píxeles, los bordes pocos definidos en los personajes, los colores más apagados de lo que la tecnología actual permite, e incluso en las secuencias de vídeo se reduce la pantalla para ofrecer un vídeo muy pixelado y con un acabado técnico que, si ya se antojaba bastante justito en Saturn, en 3DS y tantos años después deja un muy mal sabor de boca.
Es en este aspecto donde hay que tener ese salto de fe y aceptar las cosas tal y como se nos presentan para poder disfrutar de todo lo que oculta Soul Hackers en su interior: personajes muy interesantes y un argumento complejo y apasionante de los que crean afición. Una exquisita fusión entre el Japón del futuro, las tradiciones del pasado y las ambiciones del presente, que nos presenta realidades virtuales próximas en las que se puede vivir una vida completamente paralela en la red mientras fusiona las iconografías y simbologías clásicas de occidente y oriente con una naturalidad pasmosa. Por si fuera poco, mantiene ese tempo ascendente que ya es seña de identidad de la franquicia, en el que la cosa empieza relajada, presentándonos a los personajes y el mundo que los rodea, pero poco a poco se va complicando a lo largo de las 30-40 horas de juego hasta llegar a un desenlace satisfactorio en el que se ven cumplidas todas las expectativas generadas.
Todo esto, con un sistema de combate que vive a medio camino entre los juegos de rol clásicos y las dinámicas más actuales. El juego se desarrolla todo en primera persona y los combates son los tradicionales de los inicios del género (similares a grandes franquicias como Shining, Phantasy Star o Dragon Quest en sus inicios), con un sistema por turnos y menús en el que determinar las acciones a realizar por nuestros personajes y ver el desarrollo del combate para tomar las decisiones estratégicas más adecuadas, según cómo haya evolucionado el combate tras las acciones de nuestros personajes y del enemigo. Pero pese a tener estos pilares básicos, Soul Hackers fue un adelantado a su tiempo y ofrece posibilidades como la de dialogar con los enemigos para convencerlos de que no tiene sentido combatir. Este sistema se ha empleado en muchos títulos de la franquicia SMT, pero en ninguno ha funcionado tan bien como en esta entrega de 1997, en la que un diálogo coherente y lógico puede permitir evitar casi la totalidad de los combates del juego.
Eso sí, siguiendo con la tradición de la franquicia, los combates son muy complejos y exigentes, por lo que la buena preparación se antoja fundamental: hay que pensar en nuestro nivel, en el de los enemigos, en conseguir criaturas más potentes para que nos ayuden, en la formación de nuestro equipo e incluso hay que tener en cuenta las fases de la luna, ya que pueden tener efectos muy diferentes en los personajes y el devenir del combate. Aunque el sistema no se ha cambiado lo más mínimo con respecto al original de Saturn, sí que se han ofrecido formas de aliviar la dificultad para los nuevos jugadores, como el poder comprar demonios de nivel avanzado para que nos ayuden y así suavizar mucho la curva de de dificultad.
Sin querer extendernos mucho más, Shin Megami Tensei: Devil Summoner: Soul Hackers es una de las entregas más completas y satisfactorias de toda la franquicia. Su gran argumento, su excelente fusión de elementos futuristas con misticismo y artes oscuras, la mezcla de lo occidental y lo oriental, sus interesantes personajes y su divertido (pese a lo complejo) sistema de combate componen un título largo y que deja un gran sabor de boca al final. Sus mayores problemas son básicamente tres: el prácticamente nulo trabajo realizado para cuidar el desfasado apartado técnico, por lo que el juego luce bastante feo a día de hoy; la elevada dificultad, que si bien hará las delicias de los amantes de la franquicia y del género, mantendrá alejados a los neófitos e incluso a los amantes de una rama más amable como es Persona; y por último, el hecho de que el juego salga íntegramente en inglés, un hándicap importante en nuestro país para un juego con tantísimo texto por leer y tantas decisiones que tomar en los diálogos. En definitiva, un gran juego al que le pesan los años pero que lo tiene todo para satisfacer a los amantes del género y de la franquicia.