Al anochecer en el Cáucaso Sur, bajo la sombra de 40 años de lucha, Armenia y Azerbaiyán dieron a conocer el jueves un tratado de paz definitivo, que suscita una cauta esperanza de estabilidad en el díscolo Cáucaso Sur (vía Reuters).
El acuerdo, nacido de conversaciones esporádicas desde que Azerbaiyán reclamó Nagorno Karabaj el año pasado, se enfrenta a retrasos, ya que Bakú exige a Ereván que modifique su constitución, un paso que el dirigente armenio ha reconocido pero que aún no ha llevado a cabo.
En particular, según se informa, el acuerdo prohíbe a las fuerzas de terceros países -incluidas Rusia y la Unión Europea- operar a lo largo de los 1.000 km de frontera militarizada. Sin embargo, las disputas diplomáticas continúan y la desconfianza mutua sigue latente.