El Señor de los Anillos: la Guerra de los Rohirrim es el regreso de New Line Cinema a la franquicia The Lord of the Rings, diez años después del final de la trilogía de El Hobbit. Es una película que, como muchos señalaron cuando se anunció en 2021, se ha hecho para que New Line Cinema (filial de Warner Bros. Discovery) conserve los derechos cinematográficos deEl Señor de los Anillos, El Hobbit y sus apéndices. Así que sí, en cierto modo es equivalente a esos extraños spin-offs de Spider-Man de Sony o a ese horrible reboot de Fantastic Four de 2015 de Fox, hechos sólo con el fin de conservar los derechos de propiedad intelectual.
Afortunadamente, es mejor que cualquiera de esas películas, ya que opta por algo diferente que le da su propia energía: como es una película de anime de un renombrado director japonés, Kenji Kamiyama (director de Blade Runner: Black Lotus y Ghost in the Shell: Stand Alone Complex). Su formato de anime acaba siendo lo único que justifica la película, ya que has visto esta historia antes (en algunas partes, casi literalmente), sólo que ahora la ves de animación en lugar de acción real. E incluso eso tiene serias limitaciones, ya que aunque la animación es técnicamente buena (con algunos planos hermosos, pero nada impresionante), se desarrolla en muy pocas localizaciones y resulta demasiado limitada y plana visualmente cuando piensas en el potencial de una reimaginación animada de la Tierra Media...
El público ya se ha entretenido con (o sometido a, según a quién preguntes) Los Anillos de Poder de Prime Video , que se inspira ligeramente en la estética de las películas pero lo construye todo desde cero, así que puede que se sientan un poco confusos cuando oigan la icónica partitura de Howard Shore al principio de The War of the Rohirrim.
Para maximizar los vínculos con las películas, algo que acaba siendo contraproducente, Miranda Otto también retoma su papel de Éowyn (en realidad, es sólo una narradora sin nombre), y la película vuelve a visitar lugares bien conocidos de la trilogía principal: el reino de Rohan y el Abismo de Helm... antes de que se conociera como el Abismo de Helm. Tienen exactamente el mismo aspecto que recuerdas de Las Dos Torres, lo que será un punto a davor a para los fans, pero también parece un perjuicio para esta alternativa animada, ya que todo resulta demasiado familiar.
La historia se inspira en los apéndices de El Señor de los Anillos sobre la dinastía de Rohan, y se sitúa 183 años antes de que comenzaran las aventuras de Bilbo Bolsón, contando la historia de Helm Hammerhand y su hija, a la que J.R.R. Tolkien no dio nombre. La guionista Philippa Boyens, que escribió las seis películas anteriores de The Lord of the Rings, decidió centrarse en ella y la llamó Héra, en honor a Hera Hilmar, la actriz islandesa de Mortal Engines. Como el propio Tolkien, que basó gran parte del ejército de Rohan en la Inglaterra medieval, Boyens basó a Héra en la figura histórica de Æthelflæd.
La historia es muy sencilla. No esperes muchas intrigas políticas entre las familias reales de Rohan y Gondor, pues el reducido número de personajes es bastante unidimensional, sobre todo el débil villano. También hay algunos brevísimos guiños a la historia de Sauron y la anillos, pero la película se construye en gran medida en torno a la historia de Héra, su familia y un conflicto que carece de verdadera emoción.
Los Anillos de Poder, la serie de televisión de Amazon, ha sido muy criticada por tener demasiados personajes y localizaciones y ser, en general, aburrida. Pero después de ver La Guerra de los Rohirrim, me ha hecho apreciarla mucho más, porque intenta cosas nuevas, es visualmente asombrosa (obscenamente cara, también), y aunque muchas de sus tramas fallan y tuvo un comienzo muy accidentado, si tienes un poco de paciencia te llevará a momentos realmente geniales, como ocurrió en la enormemente infravalorada segunda temporada.
Con The War of the Rohirrim, esta sensación es el polo opuesto. Es muy fácil de seguir y las apuestas están claras desde el primer momento, apuestas que también son inusualmente bajas para el mundo de El Señor de los Anillos, una historia mucho más contenida... algo que podría ser algo bueno si no se sintiera tan reciclado. El asedio al Abismo de Helm es uno de los mejores momentos de la trilogía Peter Jackson, y esta película te pide que vuelvas a verlo, con personajes que acabas de conocer, sin suficiente trasfondo ni tiempo para que te importen demasiado.
Es alarmante, y sinceramente decepcionante, que una película de animación tenga tan poca ambición y luzca tan sencilla a pesar de ser técnicamente buena. La mezcla de fondos y efectos realistas y movimientos de cámara en 3D con animación dibujada a mano es un poco extraña a veces, pero funciona. Simplemente no hay mucho nuevo que ver, puesto que ya lo viste todo hace 22 años: la escala es muy pequeña y se centra en una historia y unos personajes que no llegan a dar la talla.
The Lord of the Rings: The War of the Rohirrim es una película atractiva y entretenida. También tiene una música bonita. Pero la historia simplemente no está lo suficientemente bien desarrollada ni es del todo relevante como para justificar que sea su propia película de dos horas, cuando la mayoría de las escenas clave parecen una repetición de Las Dos Torres, entrelazadas con una trama un tanto débil. La película tiene algunas insinuaciones de secuelas a lo largo del viaje, pero ninguna resulta a priori lo bastante atractiva conociendo su ubicación dentro de la línea temporal de la Tierra Media (ambientada menos de dos siglos antes de The Lord of the Rings).
Pero era esto o... The Hunt for Gollum. Es comprensible que New Line Cinema no quiera perder los derechos cinematográficos de una de las mejores trilogías cinematográficas de todos los tiempos, pero necesitan encontrar historias mejores y más ambiciosas. El Señor de los Anillos: La Guerra de los Rohirrim no es una mala película en sí misma, pero vive a la sombra de lo que vino antes. Y su principal salvación, ser una película de anime, es también su mayor defecto: la animación debería servir para dar rienda suelta a la imaginación de los artistas, no limitarse a copiar lo que ya se construyó hace 20 años.