Español
Gamereactor
artículos

La magia de los páramos postapocalípticos

Es el fin del mundo tal y como lo conocemos, y no nos podría parecer mejor.

Suscríbete a nuestra newsletter

* Campo obligatorio
HQ
HQ

Hay algo que nos fascina de los páramos; puede que nuestra obsesión por los entornos postapocalípticos se una a la curiosidad que sentimos por saber cómo evolucionaría la humanidad si las convenciones sociales desaparecieran o, dicho de otra forma, nos encontráramos ante una situación de supervivencia, como sucede en La aventura del Poseidón o incluso en El señor de las moscas. ¿Te acabarías convirtiendo en un ladrón inmoral o serías de los que restablecen la ley y el orden que diferencian al hombre de la bestia? Los mundos postapocalípticos nos dan la oportunidad de explorar distintos valores éticos y nos ofrecen un universo en el que o te adaptas al entorno que te rodea o te ciñes a la lógica humana en un mundo olvidado hace ya tiempo. ¿Cuál es tu "yo" real cuando no hay reglas ni restricciones?

Aunque no todo son debates morales dramáticos, sino que también nos muestran la otra cara de la moneda; los páramos postapocalípticos te permiten hacer cosas raras y maravillosas. Nos referimos a los descomunales robots, los coches construidos con chatarra y pinchos o los mundos llenos de personajes hostiles a los que dar palizas. Ya sea una explosión nuclear que ha destrozado ciudades o una plaga que ha acabado con la humanidad, siempre es divertido ir arrastrándose, dando saltos y peleando alrededor de lo que queda de mundo... aún cuando lo de ir esquivando esqueletos es un tanto siniestro.

La Superficie

En lo que respecta a la creación de estas maravillas postapocalípticas, muchos desarrolladores se basan en escenarios reales. ¿Por qué? Porque así podemos ver la yuxtaposición entre un mundo familiar que ha sido abandonado o invadido y lo que viene detrás. En este sentido, Fallout puede estar orgulloso, ya que nos deja ver un Washington destruido en Fallout 3; un Las Vegas arrasado en Fallout: New Vegas, y un Boston devastado en Fallout 4. Cada localización incluye solamente los detalles necesarios para que siga resultándonos familiar; sin embargo, los lugares que una vez fueron el orgullo de la ciudad, han sido reducidos a un montón de ruinas.

Publicidad:
La magia de los páramos postapocalípticos
Cuando la civilización derrumba, lo único que queda son las ruinas de lo que una vez fue.

No todos los páramos postapocalípticos se sitúan en el país de la libertad y el hogar de los valientes, ya que muchas de las historias se inspiran en las tensiones nucleares de la Guerra Fría, lo que significa que Europa del Este también es un punto de interés cuando se trata de representar las consecuencias de un apocalipsis nuclear. Concretamente, hablamos de Rusia, un país que hemos podido ver en la saga Metro. Tanto Metro 2033 como su secuela Last Light nos hicieron buscar refugio en el sistema del metro, y como es habitual en los clásicos apocalípticos, hay dos fracciones en guerra que se enfrentan entre sí. El personaje principal (Artyom) se ve envuelto en estos sucesos mientras hace lo que puede para sobrevivir a las bestias mutantes.

La ciudad de Chernóbil, tristemente célebre por la explosión de la planta de energía nuclear en 1986, también ha suscitado mucha curiosidad en cuanto a los escenarios en ruinas y la ficción postapocalíptica; a diferencia de la mayoría de las situaciones que mencionamos en el artículo, esta sí es real. Aunque también se han tomado algunas libertades, como vemos en S.T.A.L.K.E.R.: Shadow of Chernobyl, donde nos encontramos bastantes monstruos mutantes durante el viaje a la desdichada ciudad. Hace poco, muchos de los antiguos desarrolladores de S.T.A.L.K.E.R. empezaron a trabajar en el próximo juego de Battle Royale, Fear the Wolves, que tiene una premisa similar: luchar para sobrevivir en un mundo irradiado y hostil.

Publicidad:
La magia de los páramos postapocalípticos
Las ruinas de Chernóbil fueron el sombrío escenario de S.T.A.L.K.E.R.

No todos los mundos postapocalípticos se sitúan en un escenario en ruinas, y cabe destacar también que parece haber una misteriosa fascinación por la arena, como se puede ver en juegos como Rage o su próxima secuela. Puede que sea por la influencia de Mad Max, pero parece que a muchísimos juegos, incluido el shooter online Crossout, les encanta la naturaleza baldía del desierto, lo que, por supuesto, va de la mano con vehículos y combates. Pero bueno, tampoco nos quejamos, porque son las colinas y las dunas las que hacen posibles esos saltos épicos, especialmente cuando estás luchando a muerte con otros personajes.

También hay juegos que llevan el fin del mundo por una dirección completamente nueva, como Nuclear Throne. El shooter twin-stick de Vlambeer funciona también como un roguelike que nos transporta al momento en el que el apocalipsis ya ha pasado y los humanos se han ido o, más bien, extinguido. Aquí todo se centra en monstruos como escorpiones enormes o gusanos gigantes explosivos. Mientras tanto, en la versión del después de Brütal Legend, Jack Black nos lleva a un páramo postapocalíptico en el que la música cobra más importancia. El ambiente sombrío de otros universos del estilo queda a un lado y nos invita a ver el lado desenfadado de la increíble acción postnuclear. ¿Quién dijo que el apocalipsis tenía que ser deprimente?

Aunque lo que sí es más deprimente es el inigualable modo de supervivencia de Frostpunk. En esta versión del siglo XVIII, un periodo glacial ha llevado a la humanidad al borde del desastre, y aquí no eres un glorioso héroe, un viajero entre los escombros, sino el líder de una comunidad obligado a tomar decisiones duras que, con suerte, asegurarán la supervivencia de tu gente. Cada paso que das puede traer consecuencias negativas, pero a situaciones desesperadas, medidas desesperadas; si necesitas políticas como trabajo infantil o añadir serrín a tu comida para mantenerte con vida, que así sea. Por su lado, Impact Winter utiliza el frío de un modo similar.

La magia de los páramos postapocalípticos
Frostpunk introdujo los escalofríos en el escenario postapocalíptico.

La tecnología

No podríamos hablar de páramos y postapocalipsis sin mencionar todos los tipos de tecnología y armamento que han traído (o que lo han provocado). Después de todo, la vida sería aburrida si lo único que quedara después del apocalipsis fueran un montón de palos y arbustos. De hecho, sería extremadamente aburrido. Los artefactos electrónicos y los chismes de última tecnología nos divierten como a un niño un sonajero. Seguro que no encontraremos avances más espectaculares que los de la franquicia de Fallout, donde hay robots agresivos que deambulan por los páramos, y un arsenal de armas de plasma con las que puedes hacer que tus enemigos se descompongan y se conviertan en auténtica porquería.

En la franquicia de Bethesda, con la ayuda de El Instituto, los androides han avanzado tanto que son capaces de camuflarse entre los humanos, pero eso no es todo, ya que también hay una oleada de robots que una vez fueron programados para ayudar a la humanidad en las tareas diarias, y que ahora se han liberado para volverse en nuestra contra (¡nos lo advirtieron, maldita primera ley de la robótica!). Pero no tengas miedo, porque para hacer frente a esta roboplaga y al resto de enemigos, como bandidos o supermutantes, tenemos de todo con lo que protegernos; desde láseres hasta granadas. Ah, y no olvidemos el Fatboy que lanza mini bombas nucleares.

Aunque no todos los robots que nos encontramos en estos páramos postapocalípticos son malos, como Claptrap de la saga Borderlands (vale, no son juegos postapocalípticos, pero siguen siendo páramos), que es un alegre compañero que se une a ti en tus misiones asesinas. Es un poco molesto, está claro, pero no digas que no te sentiste un poco mal por él cuando, en Borderlands 2, nadie se presentó en su cumpleaños. El pobre tiene buenas intenciones, y es como un R2D2 irritante que solo quiere ayudar. Los animales robóticos de Horizon: Zero Dawn tampoco son mala gente; se preocupan solo por ellos mismos, como tienen que hacer los animales y, después de todo, somos nosotros los que intentan cazarlos por sus piezas. Vergüenza debería darnos.

La magia de los páramos postapocalípticos
¿Dónde estaría la gracia del postapocalipsis sin las armas monstruosas?

Tenemos un montón de tecnología que usar en el día a día en los páramos, porque está claro que hurgar en la chatarra y comer ardillas puede ser una tarea ardua. Las máscaras de gas de Metro son sirven de gran ayuda para evitar la muerte prematura y, al igual que la armadura de Fallout, puede significar la diferencia entre vivir o morir en ciertas situaciones radioactivas. En Fallout también encontramos al Pip-Boy, un terminal de ordenador que llevamos en el brazo y que permite gestionar las misiones, el inventario, e incluso ofrece un mapa mundial. ¿Y dónde estaríamos sin los refugios que nos acogieron durante nuestros años de formación y nos mantuvieron a salvo de la guerra nuclear o, las cápsulas de Rage, en las que nos refugiamos tras la destrucción?

Fallout Shelter se centra un poco más en la experiencia del refugio, y nos encarga gestionar las vidas de los ciudadanos de nuestra morada, en lugar de enfocarse en las miradas de los necrófagos que nos esperan fuera para cenar. Shelterland también tiene un concepto similar, que se centra en gestionar los suministros para asegurar la supervivencia en condiciones desastrosas, mientras que 60 Seconds! nos ofrece situaciones con un oscuro giro cómico (con las prisas por refugiarte, igual te olvidas de tu hija, por ejemplo; nos pasa hasta a los mejores).

La magia de los páramos postapocalípticos
Horizon: Zero Dawn ofrece una versión única de un mundo postapocalíptico.

Y hablando de Rage, este juego demuestra lo útil que puede ser un vehículo. Todo lo que necesitas es la carrocería de un coche, algunas ruedas y algo de chatarra y, así de fácil, puedes no solo atravesar las llanuras desérticas, sino que, al mismo tiempo, también puedes reventar a algunos enemigos. Por algún motivo, a los bandidos les encanta pelear con los viajeros solitarios, así que ir montado en un monstruo acorazado siempre es una sabia elección, como pudo aprender Mad Max en su aventura de 2015, cuando hizo uso de su distintivo amor por los vehículos para mejorar su coche y poder destrozar a los malos.

Dicen que lo más bonito que puedes presenciar es el nacimiento de una nueva vida, pero quienquiera que haya dicho eso, claramente no ha sido testigo de las cosas que nacen tras un apocalipsis nuclear. Tal y como hemos aprendido con los centauros de Fallout, los horrores del apocalipsis no pasan desapercibidos, pero, por suerte, podemos dispararles. La verdad es que en Fallout encontramos muchas de estas monstruosidades, desde mutantes enormes e innecesariamente irascibles hasta necrófagos de caras destrozadas, que moran los asentamientos cotidianos. A menos que sean salvajes, por supuesto. De hecho, los mutantes son un elemento común en los escenarios postapocalípticos del mañana, y las criaturas que nos hemos encontrado en S.T.A.L.K.E.R. y Metro están entre las más fieras que verás en videojuegos.

Unas criaturas de las que no nos podemos borrar de nuestra memoria son las coliflores... O sea, chasqueadores, de The Last of Us. Aunque actúen igual que los zombis, no lo son; han sido infectados por el Ophiocordyceps Unilateralis y les encanta comer carne, especialmente la de Joel y Ellie (los protagonistas del juego). En realidad, es un hongo el que se ha apoderado de sus cuerpos, lo que significa que no solo es desagradable estar alrededor de ellos, sino que también emiten un sonido que es como un inquietante chasquido. También son horripilantes. Tú solo asegúrate de tener algunos cuchillos a mano.

La magia de los páramos postapocalípticos
Si buscas coches con los que destruir cosas, Mad Max es tu hombre.

También hay plantas gigantescas con las que tendrás que vértelas mientras te enfrentes a las consecuencias de la devastación mundial, y ya hemos visto en películas como La pequeña tienda de los horrores, que el hecho de que algo no tenga cerebro no significa que no te vaya a devorar. Por ejemplo, en la entrada del Refugio 22 hay una señal en la que pone: "¡No te metas! ¡Las plantas matan!". Aunque no prestamos demasiada atención a esa advertencia y nos encontramos no solo con un enorme refugio lleno de todo tipo de árboles y flores bonitas, sino también con mutantes que se esconden en esas flores, dándonos un susto de muerte en cuanto saltan de entre las hojas.

Y no nos hagas hablar de los bandidos. Por algún motivo, cada vez que la ley queda hecha trizas, hay un grupo de holgazanes irresponsables que buscan llegar a la cima robando, atracando y asesinando. Pensemos, por ejemplo, en los bandidos que habitan las dunas polvorientas de Mad Max, que siempre quieren empezar una pelea, a pesar de que Max no para de repartir puñetazos entre todos ellos. Son muy similares a los de la película; son salvajes y, por alguna razón, no suelen llevar camiseta. Es precisamente esta locura la que hace que los recordemos con tanta claridad. Es que, madre mía, hasta un grupo de viejecitas que se une al estilo de vida de los bandidos en Fallout: New Vegas, las Atracadoras de Maude, te podrían asaltar en Freeside en cualquier momento.

El origen

La magia de los páramos postapocalípticos
Los Sanguinarios son uno de los horrores que no podemos borrar de nuestra memoria.

De alguna manera, hemos llegado hasta aquí sin hablar de Wasteland, así que ahora vamos a rectificar. El clásico de 1988 dirigido por Brian Fargo en su época de Interplay no solo ha ayudado a establecer ese gusto por los espacios desolados que tanto ha cautivado a los gamers desde entonces, sino que también ha inspirado a un gran número de RPG isométricos, incluida la saga de Fallout.

Sí, los hipsters del sector del videojuego estarán más que familiarizados con la época pre-Bethesda, cuando en vez de tiroteos con el sistema V.A.T.S. y acción en primera persona teníamos que explorar el mundo desde una perspectiva isométrica. No es completamente diferente de lo que fue después la saga, ya que seguía habiendo momentos de acción y se situaba en el icónico escenario retrofuturista que todos conocemos y amamos, pero sí se aleja bastante de las últimas entregas de la franquicia, especialmente, considerando que también había combates por turnos.

La magia de los páramos postapocalípticos
The Last of Us no ofrecía la misma situación postapocalíptica que otros como Fallout, pero sigue siendo un futuro oscuro.

Wasteland 2 llegó en 2014 para llevarnos de vuelta a este mundo desolado (26 años después del original) con un particular y fuerte énfasis en el combate táctico. En esta ocasión, el factor determinante para la supervivencia no eran tus propias habilidades; en este juego tenías que tener en cuenta varios factores, y te tocaba encargarte de todo el grupo de aventureros para poder sobrevivir en ese mundo hostil. El año que viene (esperemos, porque sabemos cómo funcionan estas cosas) llegará un tercer juego, así que está claro que todavía hay un gusto por los mundos postapocalípticos donde no todo es combate en primera o tercera persona.

¿Y qué pasa ahora? El futuro de la saga de Bethesda parece seguro con Fallout 76, pero Rage 2 también tendrá un regreso relativamente sorprendente en un futuro cercano, esperemos que con la visión de Avalanche del postapocalipsis con los coloridos mohawks y la carnicería explosiva. Igual de interesantes son las criaturas mutadas de Metro: Exodus y Fear of the Wolves, que regresarán, de nuevo, para llevarnos al este con perspectivas muy diferentes del fin del mundo.

Con toda esa historia detrás, y con tantos juegos interesantes en el horizonte, está claro que no hay nada que guste más a los gamers que recorrer los desolados páramos del futuro. Puede que haya lugares áridos y desérticos que explorar, pero hay algo único y atractivo en la supervivencia al fin del mundo.

HQ
La magia de los páramos postapocalípticos
Si lo tuyo es la perspectiva isométrica, Wasteland 2 es un clásico que deberías probar.


Cargando más contenido