El sol se pone sobre el Mar Negro, proyectando largas sombras sobre la escarpada costa de Crimea, una región atrapada en un tira y afloja geopolítico desde hace casi una década. A puerta cerrada, la administración Trump estaría considerando un cambio sísmico en la política de Estados Unidos.
La propuesta: reconocer Crimea, anexionada por Rusia en 2014, como territorio ruso. Según fuentes familiarizadas con las conversaciones, esta medida podría formar parte de un acuerdo de paz más amplio destinado a poner fin a la guerra de tres años entre Rusia y Ucrania.
La propuesta, aún en sus primeras fases, también incluye la posibilidad de instar a las Naciones Unidas a que adopten una postura similar, aunque no se ha tomado ninguna decisión formal. El posible reconocimiento de Crimea como territorio ruso supone un marcado alejamiento del consenso internacional, que considera abrumadoramente la península como parte de Ucrania.
Kiev ha manifestado en repetidas ocasiones su deseo de recuperar Crimea, aunque reconoce la inviabilidad de hacerlo por la fuerza. Mientras tanto, Moscú se mantiene firme, insistiendo en que el asunto está irrevocablemente resuelto. Por ahora, está por ver si esta controvertida propuesta ganará adeptos o complicará aún más un panorama diplomático ya de por sí frágil.