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Viva el E3, insustituible

Porque el E3 no es solo información, es un conjunto de emociones.

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A estas horas, un año menos un mes cualquiera de la década pasada, tendríamos que estar aún despertándonos tras una noche de domingo de anuncios y presentaciones. Tendríamos que estar hablando de Halo Infinite en Xbox Series X y de si los first-party que Microsoft enseñó serían capaces de poner por fin a la compañía al nivel de exclusivas de sus competidores. También, de la presión sobre Sony, que en solo unas horas podría estaría enseñando al mundo su rarísima PS5, cogida por una mano de Aloy y por la otra de Miles Morales. Y habríamos descubierto si Warner Bros. ha crecido lo suficiente como para tener su propia conferencia E3. La feria ni siquiera habría empezado.

Un año menos un mes. Las cuatro semanas de gracia que he dado a este 2020 para demostrar que el mundo del videojuego puede funcionar sin un gran evento que articule los contenidos. Pues qué queréis que os diga, para mi la respuesta es que no.

Desde finales de mayo, con aquel Inside Xbox de juegos third-party para XSX, venimos saltando de presentación en presentación y de vídeo en vídeo. Siguiendo el camino marcado por los Direct de Nintendo, que ya han demostrado que funcionan incluso incrustados en el propio E3, la mayoría de editoras han pasado su conferencia a este formato para demostrar que no se han ido, que siguen aquí y tienen catálogo como siempre. Introducción, más vídeo, más breve declaración, más gameplay, más tráiler, más palabras del director de turno... el formato es más que conocido y algunas como Ubisoft han logrado hacer que hasta sea bonito.

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Viva el E3, insustituible
Las presentaciones de hardware siempre son algo especial.

Su carácter informativo es innegable, pues desde la más grande, como fue la presentación de PlayStation 5, a las pequeñitas como New Game Plus Expo o Nacon Connect, han dejado multitud de anuncios. Como también lo es la accesibilidad, porque con las plataformas de streaming en vídeo de hoy y el formato, la relación empresa-usuario es directa y natural. Sin periodistas intermediando que desvirtúen con su punto de vista lo que pasó o no pasó en aquel teatro de Los Ángeles. Incluso se han hallado fórmulas para hacernos llegar demos de los juegos destacados y que no falten impresiones, como las de Cyberpunk 2077, Rocket Arena, Project CARS 3 o Assassins's Creed Valhalla.

Pero mi opinión, totalmente personal y no basada en evidencia alguna, es que todo esto no ha servido para suplir en forma alguna al E3. En año de estreno de hardware, con el público más receptivo que de costumbre, ni se ha conseguido generar un clima de gran expectación en la base ni tampoco se ha logrado ese impacto mediático que planta al videojuego en el telediario, con lo importante que es ese hito anual.

Tampoco creo que se haya aprovechado la gran ventaja que debería aportar realizar los anuncios espaciados. Cada compañía ha tenido su día o incluso su semana, es decir, no se ha visto aplastada por la actualidad de unos minutos después. Pero si el contenido no es capaz de subir decibelios se acaba por diluir al cabo de un rato entre cualquier otra nimiedad a la que se le da un titular rimbombante en esta sociedad de consumo de información.

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Pero sobre todo la sensación negativa es de desconcierto. De desestructuración. De no tener un calendario del que estar pendiente y que te ayude a modular el estado de ánimo. Porque el E3 no es solo información, es un conjunto de emociones que va engordando durante semanas a base de rumores, filtraciones, conjeturas y, en nuestros casos, citas secretas con tal estudio y la inquietud que provoca el viaje propio o el de un compañero. Provoca unos chutes de adrenalina en mi como aficionado al videojuego que permiten terminar con vida física y salud mental las extremadamente largas y agotadoras jornadas de trabajo profesional en horario americano. Será que soy un poco adicto a esta droga, pero las microdosis que ha ido dejando este mes no han surtido ningún efecto.

Estas líneas llegan después de Ubisoft Forward y Devolver Direct como conclusión a lo que ya no se puede arreglar, por mucho que Microsoft tenga todavía su gran evento por celebrar. Tarde, demasiado tarde. Sería en vano repasar lo que ha dejado cada compañía y cuánto ha aportado a esta sensación, pues todos tenéis presente lo que ha ido ocurriendo. Pero el ejemplo de ayer de los franceses es perfecto: impecable técnicamente, claro, pero muy conservador en contenido y escaso de emoción. Algo tan humano como las lágrimas de Davide Soliani de hace un par de años provocaron mucho más ruido y también mucha más empatía que esta hora y media de vídeo.

Seguro que se pueden mejorar mil aspectos del E3, tanto para el usuario como para el profesional, y es imprescindible adaptarlo a los nuevos tiempos de comunicación directa y bidireccional, de eSports y de juegos para móviles. Pero el videojuego necesita un referente mediático, un instante estelar que lo haga brillar por encima de todo lo que sea que esté sucediendo en el mundo y que haga arder la llama de sus aficionados a base de ilusión. La gran feria de primavera debe volver, y ninguna compañía puede faltar.

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